viernes, 31 de agosto de 2007
La entrada de Dupont
Los conventos de San Francisco y Capuchinos fueron especialmente castigados, junto con la Fuensanta, La intervención del alférez mayor de la ciudad, que salió al encuentro de Dupont a la altura de San Pedro y que, dando la ciudad por rendida, pidió clemencia para sus habitantes, evitó que la violencia fuera aún mayor.
Nada más entrar el general Dupont por la Puerta Nueva, en la calle hoy de Alfonso XII, un vecino llamado Pedro Moreno se asomó a su balcón y, lleno de rabia por ver Córdoba vencida, disparó su escopeta contra el francés, matando a su caballo e hiriendo a uno de sus acompañantes.
Los soldados franceses entraron a la casa y, sin mediar palabra, mataron a toda la familia, exceptuando a una niña de pocos meses, que dieron a una mujer en acogida.
Según se entra desde la la rotonda, la casa hace esquina con la primera calle a la derecha. La taberna que en ella había fue conocida desde aquel suceso como de la "Niña del milagro"
martes, 28 de agosto de 2007
Alcolea, 1808
Entremezclados el populacho y las tropas españolas, la verdadera caballería y los jinetes voluntarios, alrededor de veinte mil hombres (algunas fuentes hablan del doble) se concentraron en los días precedentes al 7 de junio de 1808, algo más de un mes después del alzamiento del 2 de mayo en Madrid, para salvaguardar la puerta por la que el ejército francés quería entrar en el bajo Guadalquivir: el puente de Alcolea.
domingo, 26 de agosto de 2007
Osio de Córdoba
Frente al Rectorado de
viernes, 24 de agosto de 2007
Campo de cuádrigas
miércoles, 22 de agosto de 2007
Un pego
Hace poco leí en la Cordobapedia la primera explicación coherente a este localismo, que no he podido confirmar por ningún sitio, pero tampoco sustituir por nada mejor. Esta fuente sitúa su origen al final del siglo XIX, afirmando que sería una variación del apellido de un intelectual francés, que no son capaces de concretar. Quién sabe si era Peraud, Pegaud, Pairaud o Pereaud, el caso es que a oídos de los cordobeses se presentaba como el señor “Pegó”.
El momento de gloria de este hombre tenía que haber sido el día en que, como muestra de la llegada a Córdoba de los adelantos tecnológicos, pretendió hacer volar un globo aerostático tripulado, después de generar una gran expectación a su alrededor.
El globo no logró elevarse y, fruto de la decepción y la burla, los ciudadanos empezaron a referirse a todo aquello que no funcionaba o era inútil como similar a “lo del Pegó”. La evolución con las décadas de la palabra acabó, si esta hipótesis es la correcta, por darle el significado que hoy conocemos.
lunes, 20 de agosto de 2007
Barrios del siglo XIII
Córdoba, limitada su extensión al espacio amurallado, estaba dividida en dos por el lienzo de muralla que seguía la línea Alfaros-calle de la Feria. A su izquierda, se levantaba la Madina, Villa o ciudad alta. A su derecha, la Axerquía, un antiguo arrabal musulmán amurallado a principios del siglo XI. El nuevo plano de Córdoba dividía cada una de ellas en siete barrios.
En la Villa, además de la collación o barrio de Santa María, alrededor de la Mezquita, se levantaron las parroquias de San Miguel, San Nicolás de la Villa y las desaparecidas de San Juan (actualmente perteneciente al colegio de Las Esclavas), Omnium Sanctorum (junto a la plaza Ramón y Cajal), San Salvador (frente al IES Maimónides) y Santo Domingo de Silos (en la plaza de la Compañía).
En la Axerquía, existen aún San Lorenzo, Santa Marina, San Pedro, Santiago y San Andrés, mientras que Santa María Magdalena se cerró al culto, y de San Nicolás de la Axerquía quedan sólo algunos muros junto a la Ribera.
sábado, 18 de agosto de 2007
El exilio en Oriente
jueves, 16 de agosto de 2007
La revuelta de Saqunda
Allí donde antaño se encontrara el segundo miliario de
La actitud despótica y dada a los placeres del emir Alhaken I, unida a su política fiscal, había venido, desde años atrás, fraguando un malestar entre la población y los alfaquíes o "doctores de la ley", de manera que se sucedían las conspiraciones y pequeños motines. Nada comparable, sin embargo, a lo que sucedió en el año 818, cuando la muerte de un niño a manos de un guardia desató, por fin, la esperada gran revuelta del arrabal del sur, a cuya población se unieron grupos de otras partes de la ciudad.
La muchedumbre armada se dirigió al Alcázar, rodeándolo. El emir, inseguro de la proporción de fuerzas, ordenó a su guardia personal, “los Mudos” (así llamados por ser mercenarios del norte que no hablaban ninguna lengua local) que prendiera fuego a las viviendas de los rebeldes para que, al ver arder sus propiedades, regresaran a salvarlas y levantaran el cerco al Alcázar. La estrategia funcionó y, durante tres días, los soldados del emir, en venganza, masacraron a la población del arrabal, cifrando algunos autores en diez mil los muertos en la lucha.
Trescientos notables fueron crucificados en las afueras de la ciudad, y alrededor de quince mil cordobeses tuvieron que exiliarse. Pero la orden más importante del emir fue la destrucción sistemática del arrabal, hasta los cimientos, la prohibición perpetua de habitar en la margen izquierda del río y la conversión del territorio en campos de cultivo.
La orden fue cumplida a rajatabla, y hubo que esperar a
martes, 14 de agosto de 2007
Hundamos las murallas (II): el derribo de la Puerta de Almodóvar
Para ello, el 28 de abril el Ayuntamiento ordenó con carácter urgente (para la Feria de aquel año) la destrucción de uno de los símbolos de antigüedad y decadencia de Córdoba: la Puerta de Almodóvar. Para entender la mentalidad de aquella gente, basta ver que junto con dicho derribo se estaban emprendiendo actuaciones como la plantación de árboles en el paseo, el alineamiento de las fachadas y otras mejoras estéticas.
Si aún hoy podemos entrar a la Judería por una de las dos puertas que resisten intactas el paso de los hombres ignorantes, es por la casualidad de que junto a ella se encontrara un depósito de agua que era necesario variar y reconstruir, lo cual prolongó los trámites el tiempo suficiente como para que la Real Academia de San Fernando, que en otras ocasiones había fracasado en su intento de salvar parte del patrimonio cordobés, impidiera su ejecución con su dictamen negativo.
Una restauración llevada a cabo años más tarde devolvería a la puerta la apariencia monumental que hoy nos ofrece.