Cuando el ferrocarril no había llegado a Córdoba, y las huertas se extendían desde la tapia de la Merced hasta las faldas de la sierra, una de las últimas construcciones que se veían al salir de Córdoba era la minúscula ermita del Pretorio, un reducido humilladero adosado al muro que rodeaba la Huerta de la Reina , cuyos terrenos se extendían por lo que hoy son los jardines del Paseo de Córdoba, hasta las Margaritas.
Al tirarse la tapia para las obras del tren, la ermita, reconstruida varias veces antes de darle forma definitiva en el siglo XVIII, comenzó a resquebrajarse. El Ecce-homo venerado por los vecinos del barrio del Matadero (las escasas viviendas extramuros de la Malmuerta ) fue trasladado a San Miguel, y la ermita fue derribada.
Los vecinos, indignados, comenzaron a reclamar, mientras recaudaban fondos para costearse ellos mismos otra capilla. Celebraron incluso una novillada en el barrio, lo cual convenció al Ayuntamiento, que completó el coste de la obra y se la encargó al arquitecto Don Amadeo Rodríguez. Terminada en 1872 en el emplazamiento en que la hemos conocido, se inauguró el día 14 de enero.
Una variación más ha sufrido, como consecuencia de las obras del Plan Renfe, cuando hace cinco años se la trasladó a los nuevos jardines, quedando en el suelo una línea de piedras que recuerda su antiguo emplazamiento junto al muro de la Merced.
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