Si el tatarabuelo de Iker Jiménez hubiera visitado Córdoba, probablemente habría sabido de un pequeño cuento chino que se contaba por estas calles en los primeros años del siglo XIX, y vete tú a saber desde cuándo.
La leyenda se situaba en la calle Caño, la que hoy va de la esquina de Fuentes Guerra hasta cerca de la plazuela de Chirinos, y que antiguamente, por no existir comunicación con Ronda de los Tejares, giraba para desembocar en Osario. Contaban las madres para acongojar a los niños revoltosos, y educar a las niñas desmadradas, que vivían una vez una señora con su hija en la mencionada calle. Al parecer la chavala la humillaba constantemente y llevaba una vida, digamos, adelantada a su tiempo. Era tal la desesperación de la madre que un buen día, harta ya de maltratos y deshonras, le soltó una maldición no exenta de originalidad, pues le dijo que más le valdría haber parido cualquier tipo de bestia, desahogándose a continuación hasta que tembló el cielo y la tierra.
Cuál no sería la sorpresa la mañana (supongamos) que apareció la niña convertida en ternera, para desesperación de la madre, que pensaría que no se refería exactamente a eso cuando hablaba de bestias y castigos divinos. Vamos a pensar que la señora trató de enmendar el tema con el párroco de San Miguel o con unos pocos rosarios, antes de pasar al siguiente capítulo de la historia, que consistió en coger un hacha y cortarle el pescuezo a la ternera/hija, tirando ambas partes al caño subterráneo que daba y da nombre a la calle.
Y desde entonces, por las noches, los vecinos se recogían temprano en sus casas para evitar el encuentro con la ternera descabezada, que salía dando bramidos y espantando al vecindario del barrio del Trascastillo.
---
Se puede leer un poco más de la historia en la edición digital de "Paseos por Córdoba".
1 comentario:
No había oído esas historia, pero me ha gustado. Lo mismo q me encantan las páginas de tu blog, tan llenas de cultura cercana. ya quería haberte puesto algo en alguna q otra ocasión q me he pasado por aquí, pero no sé por qué no ha sido hasta hoy. Será q la historia de la vaca descabezada me ha arrancado una sonrisa y ello me ha impulsado. Ya ves,, el poder de las sonrisas. jeeje.
sigue escribiendo. Aquí una q te sigue.
un saludo muy cordial, Lisístrata
Publicar un comentario