viernes, 18 de mayo de 2007
El terremoto de Lisboa (1755)
Sábado primero de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco en que la Universal Iglesia celebra la festividad de todos los Santos, habiendo amanecido muy claro, y muy templado, a las diez de la mañana, minuto más o menos, repentinamente sentimos todos cuantos vivíamos en esta Ciudad de Córdoba un ruido tan grande, que llamó la atención de todos. [...]
Instantáneamente se comenzó a estremecer la tierra, y todos los edificios con tanta violencia y vaybenes que no hubo persona que no se persuadiera que todos quedaríamos sepultados entre las ruinas de las propias habitaciones, durando todo este primer estremecimiento medio cuarto de hora, en cuyo tiempo se vieron flaquear todos los más fuertes y eminentes edificios, unos abriéndose por sus techumbres, otros bamboléandose de uno a otro lado, como si fueran débiles cañaverales agitados de oleadas de viento; y habiéndose suspendido como otro medio cuarto de hora, repitió el mismo ruido y temblor con poca menos violencia que el primero, pero con sólo un minuto de duración.
Esta repetición acobardó hasta los más varoniles ánimos, saliéndose los más de los que estaban en los templos, huyendo al despoblado, para escapar con vida.
(Del archivo de la Universidad de señores Beneficiados de las parroquias de Córdoba, y Paseos por Córdoba)
Pueden verse aún los daños en el interior de la Catedral, y la fachada resquebrajada de la iglesia de Santa Marina. Quedó condenada al derribo también la torre de San Lorenzo, y otros muchos edificios de la ciudad.
El terremoto de Lisboa destruyó la capital portuguesa, mató entre 60.000 y 100.000 personas, y el tsunami que le acompañó rompió las murallas de Cádiz y acabó con 1.000 personas en Ayamonte.
Nadie murió en Córdoba, y sólo se refiere un herido en las crónicas: una niña en una iglesia cercana a la Magdalena.
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