miércoles, 20 de febrero de 2008

Del Chaparro a la Lagunilla

Pasear por el centro de Córdoba puede convertirse, para alguien que no conozca bien la ciudad, en un viaje a un auténtico laberinto de callejas sin salida. Estos caminos a ninguna parte no carecen de sentido histórico, ya que en su mayoría fueron auténticas calles cuyos terrenos colindantes pertenecían a una misma familia, por lo general pudiente, o a un grupo de vecinos más celosos de su intimidad que el resto de la población.

Se ideó, para satisfacer las demandas de ambos grupos, una forma de cesión de terreno público a los solicitantes, de manera que se les permitía su uso como propio siempre y cuando respetaran el derecho de paso de los demás habitantes.


La calleja del Chaparro, que sale de Marroquíes, en el barrio de Santa Marina, se va estrechando hacia el fondo, donde guarda una pequeña sorpresa. Cualquier viandante puede empezar a pasar por patios interiores, escaleras y zonas comunes de varias casas de vecinos, hasta desembocar sin saber muy bien cómo en la plaza de la Lagunilla, junto al Colodro.


Esta casa de paso es probablemente una de las últimas representantes, si no la última, del mencionado régimen de cesión o servidumbre. Ramírez de Arellano la menciona en los “Paseos”, donde dice que sólo queda otra igual en Córdoba, de la que habla unas páginas más adelante: la almona de paso a la espalda de San Andrés, hoy convertida en calle peatonal.

1 comentario:

Carlos dijo...

¿Sólo una? Cuando yo iba al colegio de vez en cuando dábamos paseos por el centro y recuerdo que nos explicaban lo de las casas de paso y en una misma excursión pasábamos por dos o tres, aunque ahora son incapaz de recordar dónde estaban.