Al hablar de la dominación musulmana de la península ibérica da la impresión de que fue un único e imparable ejército el que entró por Gibraltar en 711 y gobernó el país durante ocho siglos. La realidad es muy distinta, ya que Al Andalus fue el resultado de una mezcla, en ocasiones explosiva, de tribus, etnias y orígenes culturales entremezclados, sin los cuales no se puede entender el relato del crecimiento y declive del Califato.
Los mozárabes y los judíos fueron las minorías religiosas presentes en Qurtuba, siendo los primeros aquellos cristianos que decidieron conservar su religión, en ocasiones pagando un impuesto especial al emir. En las épocas turbulentas, estas comunidades estuvieron expuestas a los odios religiosos en inferioridad de condiciones.
Aún mayor era la mezcla entre los invasores musulmanes. Los primeros en llegar (Córdoba nace al Islam) fueron los beréberes, soldados norteafricanos dependientes del Califa de Damasco, que había sometido su tierra y los había incorporado a su disciplina. Sus familias, clanes enteros en ocasiones, se asentaron, por ejemplo, en la zona del valle de los Pedroches.
Los árabes, cuya expansión con origen en
Además, las distintas guerras civiles andalusíes provocaron la llegada de contingentes militares sirios o yunds, afines a los qaysíes, pero que se establecieron de forma autónoma en diversas zonas, como ocurrió en Cabra, Aguilar y Baena, en compañía de otros árabes del norte.
Esclavos africanos y europeos completaban el mosaico de pueblos, llegado a ocupar con la madurez del Califato altos cargos de la administración civil y militar, a medida que iban adquiriendo la condición de hombres libres.
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