El blog

Puerta de Osario nació en la primavera de 2007, para contar historias. Historias sobre los rincones de nuestra ciudad, las mismas anécdotas que les explicamos una y otra vez a los amigos que nos visitan y nos acompañan a la Calleja del Pañuelo, al puente romano o al Alcázar.

Pero aunque pueda servir como herramienta para el turista, el blog está escrito más para el cordobés que para el forastero. Pretende ayudarnos a recuperar la memoria de la ciudad perdida en el tiempo: las murallas de Córdoba, que desaparecieron bajo el impulso urbanizador del siglo XIX, o los vagos recuerdos de la enorme metrópoli califal del siglo X, que ahora sólo sobrevive en forma de restos arqueológicos, objeto de una guerra en la que los partidarios de conservar la huella de la historia perdemos batalla tras batalla.

Es una mirada a la naturaleza que rodea a la ciudad y a la que existía en el pasado, y también una página desde la que animar a los cordobeses a conocer los caminos que hay al final de las últimas calles de las barriadas. Es un lugar donde ir trayendo al presente a los personajes que tuvieron un huequecito en la historia de nuestra ciudad, para bien o para mal. Aquí recordamos guerras ganadas y perdidas, epidemias, casos trágicos y, por supuesto, los misterios que han sacudido el sueño de generaciones de cordobeses. Y de vez en cuando, si el tiempo lo permite, la pura investigación trae un artículo sobre algún tema inédito o muy poco trabajado, ya sea una puerta de la muralla decimonónica o una serie de artículos sobre los desaparecidos molinos de San Julián.

Hace dos mil años largos que nuestros paisanos entran por la puerta de Osario al interior de la ciudad, a lo más profundo de las callejuelas encaladas. Este blog quiere ser, mientras el ánimo aguante, el espejo de esa puerta ya desaparecida, abriendo a nuestros vecinos los recovecos de nuestra memoria como ciudad.