viernes, 28 de noviembre de 2008

La caída de la Medina


En enero de 1236, en cuanto el rey de Castilla, que se encontraba en Benavente, recibió la noticia de la caída de la Axerquía cordobesa en manos de sus soldados, ordenó la partida inmediata hacia Andalucía de todos los caballeros que estuvieran disponibles para la batalla. Fue reclutando, a su paso por las fortalezas de la Meseta, las fuerzas necesarias para establecer el asedio sobre la parte aún musulmana de la ciudad, la Medina. Pasó incluso, para acelerar su llegada, por tierras en poder andalusí, como el castillo del Vacar.

Por otra parte, el rey, al menos nominal, de Al Andalus, Ibn Hud, se dejaba carcomer por la duda entre el envío de tropas hacia Córdoba o la defensa urgente de Valencia, ciudad que se encontraba amenazada por un oportuno ataque del rey Jaime de Aragón. Cuentan que fue un consejero cristiano desterrado por Fernando III quien, deseoso de recuperar el favor de su monarca, aconsejó a Ibn Hud la marcha a Levante para vencer a los aragoneses, y volver así con ejército más fuerte contra Castilla.

El engaño dio resultado, incluso más allá de las expectativas cristianas, ya que nadie podía prever que Ibn Hud fuera a ser asesinado en Almería en el transcurso de su expedición, dejando descabezado al ejército musulmán y haciendo perder toda esperanza de liberación a los defensores de la Medina.

En Córdoba, los castellanos habían completado el cerco alrededor de la ciudad con la única excepción de la entrada por el Puente Romano, que requirió de un nuevo ataque para tomar la Calahorra y cerrar el último acceso a la Medina.

Sin posibilidad de victoria ya, los cordobeses negociaron la entrega de la ciudad, y únicamente su vida fue respetada. Se les obligó a salir de Córdoba, perdiéndose con estos miles de familias un auténtico tesoro cultural y gran parte de la memoria de los oscuros años posteriores al Califato.

El día de los santos Pedro y Pablo, 29 de junio de 1236, Fernando III entraba por la puerta del Puente y ponía fin a 525 años de dominio musulmán.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Lo ves? Pues ya no lo ves

Me ha parecido que debía cortar el tema de la Conquista para hablar un poco de un tema actual. Resulta que he descubierto que hay esperanza para el patrimonio arqueológico de Córdoba. La ya tradicional dejadez, la eternización de los plazos y los daños derivados de actuaciones erróneas de las cuadrillas de las obras empiezan a ser historia.

El motivo para el optimismo lo encontramos en la calle Cronista Salcedo Hierro, lo que toda la vida de Dios ha venido siendo la calle Haza, que empieza en la esquina de "La Tercia" en el Pretorio. Allí hay un gran solar en el que va a construirse la nueva sede de la Cámara de Comercio de Córdoba. Evidentemente, el terreno llevaba años abandonado sin que nadie pusiera un pico en él, y habían crecido los tarajes y pequeños álamos y ailantos.

Hace pocos días, creo que no me equivoco si digo que fue el lunes (3 de noviembre) comenzaron los trabajos de excavación de los futuros cimientos del edificio. Poco a poco las máquinas fueron horadando la tierra hasta que el miércoles (5 de noviembre), observé que en un punto del solar se había tocado piedra y habían aflorado sillares que en mi ignorancia atribuí a alguna estructura romana. Tomé la foto que se ve a continuación, donde se observan unos cuantos bloques en hilera, y se intuyen algunos otros, más desordenados, asomando en la tierra algo más arriba. Ya me imaginaba algún pequeño puentecillo o una calzada desconocida...


A la mañana siguiente, jueves, 6 de noviembre, una trabajadora limpiaba los restos cepillo en mano, mientras tomaba notas. Iba aflorando un murete parcialmente superpuesto a varios sillares que creaban una superficie plana. Cuando volví a pasar por la noche, decidí tomar alguna foto más para ir ilustrando el desarrollo de las excavaciones. La cosa tampoco prometía demasiado, porque en el resto del solar ya se profundizaba bastante sin que apareciera nada.


Así llegó el viernes, 7 de noviembre, o sea, ayer. Por la mañana estaban haciendo trabajos de topografía y un currante seguia limpiando restos. Y a mediodía, yo calculo que 48 horas después de descubrir los sillares, toda la zona era un enorme cráter de cuatro metros de profundidad: la tierra había sido cargada en camiones, supongo que llevando consigo las piedras, y si te he visto no me acuerdo.

Los restos, por limitados que fueran, habían sido documentados, estudiados y evaluados en dos días, tras lo cual se había decidido su destrucción. En dos días. Y claro, me hice ilusiones. Calculé que a ese ritmo, sólo hacían falta un par de semanas para limpiar, musealizar y abrir al público alguno de los parques arqueológicos que nos prometían hace años. El del arrabal emiral de Miraflores, por poner, que está criando hierba desde que se proyectó el Palacio del Sur. O el del Fontanar, que a este paso cuando vuelvan no van a saber dónde está la mezquita que descubrieron. Es más, con tal agilidad pensé que en un añito podríamos tener un anexo al Museo Arqueológico en la periferia de la ciudad, donde pudiéramos ver las miles de piezas que las distintas Administraciones nos esconden al público en general.

Bien, bien, esto empieza a funcionar. Vamos, digo yo. Porque si la actuación del solar de la Cámara de Comercio simplemente hubiera sido un ultimátum o un "trágala" de Urbanismo, o de quien sea, a los interesados en el estudio arqueológico ("dos días para estudiar lo que podáis y empezamos a picar", por ejemplo), habría estado muy feo.

martes, 4 de noviembre de 2008

La Conquista de Córdoba


La derrota almohade de las Navas de Tolosa, en 1212, abrió a Castilla las puertas del valle del Guadalquivir, sucediéndose desde entonces las ocupaciones de ciudades importantes al sur de Despeñaperros. En 1228, ante la pérdida de poder del imperio africano en la Península, el líder local murciano Ibn Hud (en la historiografía clásica, Aben Huc) se erigió en nuevo gobernante de un Al Andalus reunificado, si bien este poder era únicamente nominal, ya que muchas ciudades nunca se plegaron totalmente a él.

Tal y como se ha descrito, la Conquista de Córdoba comenzó un 24 de enero de 1236, cuando los fronteros cristianos almogávares asaltaron el adarve de la muralla oriental, la de la Axerquía, por el punto hoy conocido como Puerta del Colodro, puerta que según la mayoría de las crónicas no existía en ese momento.

Los cristianos, como se ve en la primera imagen, volvieron hacia el sur para abrir la Puerta del Sol o de Martos, así como otras puertas como la de Andújar, la de Baeza y la de Plasencia, las cuales recibieron sus nombres, probablemente, como recuerdo del origen de los soldados que entraron por ellas.

La batalla fue dura, y los castellanos finalmente obligaron a los musulmanes a replegarse hacia la Medina o ciudad alta (más tarde llamada Villa). Se habla de otro foco de resistencia en las llamadas "casas fuertes de los árabes", que podrían ser identificadas como el Alcázar andalusí del suroeste, algún palacio de época almohade como se cree que es el Castillo de la Judería o, según una hipótesis de Sánchez Velasco, en el arrabal de al-Bury, situado al sur de la actual calle San Pablo y no lejos de la zona de las ruinas del templo de Claudio Marcelo.

Muchos nombres fueron largamente recordados después de aquel día: Pedro Ruiz Tafur, Martín de Argote, que consiguió conquistar una fortificación que existía junto a la Ribera (la Torrecilla de los Argotes), Domingo Muñoz y multitud de caballeros que labraron su honor y alcanzaron sus privilegios a golpe de espada.

Sin embargo, al amanecer del día 25, cuando las armas callaron momentáneamente, la situación estaba muy lejos de resolverse. Media Córdoba era castellana y estaba defendida por un ejército reducido y aislado. La otra media era musulmana. Y el gobernante Ibn Hud se disponía a acudir en ayuda de los soldados de la Medina para lograr que Fernando III apartara sus manos de la antigua capital del Califato.


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El curso de los arroyos a Occidente de Córdoba es objeto de algunas discusiones. Por eso los cauces señalados son únicamente orientativos, y se dibujan también posibles alternativas o combinaciones de las hipótesis que se manejan sobre su ubicación original.