
Este postigo, ampliado unos años más tarde durante los preparativos de la visita del rey Felipe II, en 1570, fue tomando el nombre por el que aún hoy se conoce a esa parte de la ciudad: la Puerta Nueva.
Muy pocas puertas cordobesas, probablemente sólo la olvidada puerta de Plasencia, a la que robó el puesto de privilegio, han visto pasar a tal cantidad de personajes históricos. Felipe IV, medio siglo después, Carlos II, Fernando VII e Isabel II, así como José I, hermano de Napoleón, y los generales Dupont y Godinot durante la guerra de la Independencia.
Fue en el siglo XVIII cuando se acometieron las mayores reformas de la puerta, primero en 1723 y posteriormente con motivo de la construcción de la carretera de Madrid a Cádiz, que entraba en Córdoba por este punto. El arco original, que estaba coronado por una pequeña capilla, fue sustituido por la portada que quedó inmortalizada gracias a los primeros fotógrafos cordobeses y a varios grabados como el de la imagen.
En el año 1895, habiendo sobrevivido a la peor época de destrucción monumental, la Puerta Nueva fue sacrificada por la piqueta municipal, perdurando sólo en el recuerdo y la toponimia del ciudad de Córdoba.