Alguno se quedaría el otro día con la duda de si existió realmente ese puente prerromano de Córdoba que algunos autores antiguos defendían. La verdad es que en el siglo XIX, dada la cantidad de restos que nos hemos cargado para construir los barrios más cercanos al centro, podrían tener algunos motivos que hoy desconocemos para defender esas ideas.
Uno de ellos se ha conservado en parte. Hay quien lo consideraría la prueba más clara de la existencia de una poderosa Córdoba prerromana, aparte de la extensión de lo que hoy sabemos que eran los arrabales del siglo X. Aquellos que hayan echado un vistazo al plano de 1884, probablemente se habrán fijado en un detalle curioso en el ángulo inferior derecho, cerca de la Alameda del Obispo, hoy, aproximadamente, Jardín Botánico.
Se trata de unos restos de muralla que están fuera de cualquier recinto conocido: no son de la Medina, ni de castillos que hayan sobrevivido, ni defienden un antiguo centro de poder. Fueron considerados de origen fenicio mientras duró la teoría de una gran Córdoba amurallada prerromana, pero luego la cosa vino a menos y, simplemente, todo el mundo pasó de ellos.
Ahora mismo no es fácil ver la muralla, pero está ahí. Arranca más o menos junto a la valla del instituto Séneca, pegando a la calle que baja del Parque Cruz Conde. Más o menos va marcando la separación entre el insituto y el zoológico, por un lado, y la Ciudad de los Niños, por otro. Se ha ido rellenando de tierra del cerro, y esto ha provocado en ocasiones el derrumbe de algunas zonas, como cuenta de las Casas-Deza que ocurrió el 21 de febrero de 1841.
El que se quiera enterar bien del tema puede leer a Alberto León (El Guadalquivir y las fortificaciones urbanas de Córdoba, 2008) que cita a Castejón (en 1926 hablaba del topónimo "Paredes Gordas" para la zona), y que resume y explica el misterio: de acuerdo con las excavaciones arqueológicas en el zoo estaríamos ante una fortificación de época almohade (finales del siglo XII), que formó parte de todo un programa militar en el que se construyeron las fortificaciones que rodean a la Calahorra (hoy visibles a trozos entre los solares en obras) y el Castillo de la Judería, la muralla que corre por dentro de San Basilio.
Aquí se pueden ver los resultados de la excavación de 2003, y aquí las fotos, donde da un poco de pena este tramo de muralla en concreto.
El estudio serio de los restos, en este caso, nos saca de teorías exóticas del siglo XIX y nos envía a una realidad que a alguno le puede parecer más aburrida, pero no es menos interesante. Porque seguimos sin saber casi nada de este trocito de pasado.
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Las fotos son del usuario de Calleja de las Flores que firma como La Colina, un experto en estructuras hidráulicas y el subsuelo cordobés, al que le doy las gracias.
1 comentario:
La arqueología podrá ser las cosas que les quieran hacer parecer, pero desde luego aburrida no es precisamente el mejor adjetivo.
Sin duda, un gran trabajo el tuyo, y el de La Colina, con sus fotos (¿cómo no?) para evitar ese, por algunos, deseado olvido. Afortunadamente esta muralla no se encuentra en zona urbanizable, lo que da algo de tiempo para su investigación y, ¿por qué no? puesta en valor.
Esta zona esconde tanto y tan antiguo que ni siquiera en el momento más especulativo de España se atrevieron a meter la pala, y la convirtieron en parque.
Por su situación y orografía, este lugar debió de ser uno de los lugares más atractivos de nuestra ciudad en todos los tiempos, por lo que no deberíamos desechar ninguna de las posibilidades. Aunque el estudio es serio, en particular en esta zona concreta, un lugar con estratigrafías de más de cuatro mil años tiene que tener más información que la superficial. Esto se solventa con más estudios igual de serios, pero más "profundos".
A ver, ¿quién pone la pasta?
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