jueves, 24 de abril de 2008
Abrazamozas
A medio camino entre las Tendillas y la Trinidad, comunicando la plaza Doctor Emilio Luque con San Felipe, se encuentra la estrecha calle de Valdés Leal. Sin embargo, hasta 1862, en que se quiso recordar para siempre a este pintor cordobés dándole su nombre a esta callejuela, se la había conocido como Abrazamozas, al menos desde el siglo XVIII.
Contaban antiguamente a modo de enseñanza que un joven atrevido, de los muchos que se dedicaban a dar serenatas a las mujeres de la ciudad, solía ser algo más decidido que sus compañeros y siempre acababa por abrazar ("abrazar") a las damas que rondaban por aquel barrio.
Una noche se encontró con una, bien alta, que venía andando por la calle de los Leones (hoy, Sevilla), con el rostro tapado y todo el cuerpo cubierto, y que se resistió más de lo habitual a su cortejo. Por más que ella insistió en que la dejara marchar tranquila, él la siguió hasta la calle de la Palma, antiguo nombre de Abrazamozas, donde le hizo un último requerimiento.
La mujer, deteniéndose, le advirtió. Si quería un abrazo, podía exponerse a consecuencias poco agradables. Considerando esta amenaza como una muestra de debilidad, la rodeó con sus brazos y sintió bajo la tela el frío roce de un amasijo de huesos desnudos, sin carne ni piel, de un esqueleto fantasmal que le heló el ánimo al corresponderle en su abrazo y no dejarle marchar. El muchacho perdió el conocimiento y le encontraron a la mañana siguiente, tirado en la calle y convencido de que, desde aquel día, iba a cambiar algunos hábitos.
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