De brujas, duendes, fantasmas y poltergeists cordobeses hemos hablado ya. Lo que resulta sorprendente es que, aún hoy en día, existan personas que no creen en la presencia real de los duendes. :-)
Las casas enduendadas o encantadas, las casas del miedo, como también se las conocía, eran una realidad palpable hace décadas, quizás siglos. Nuestros antepasados (¿crédulos ellos?) eran mucho más proclives a aceptar que los elementales habitaban nuestro mundo, al menos a ratos. Ellos dieron nombre a la calle Horno del Duende, a la casa del duende, a la huerta del Duende.
Muchos de ellos creían en la acción de una potencia invisible, inteligente, maliciosa y muy astuta, respondiendo a veces, como para divertirse, a los deseos de los testigos, [...] poseyendo facultades acrecentadas por su invisibilidad y otras que escapan aún a nuestras concepciones, como escribió el comandante de la gendarmería francesa Tizané.
Al llegar la noche mágica de San Juan, cuando se abren las puertas de lo fantástico y lo imposible se puede tocar con los dedos, volvemos a leer y contar historias de duendes. Y de Córdoba.
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