El río Guadalquivir, en tiempos históricos, no ha sido nunca refugio de caimanes. Y se hace muy raro que alguien, en siglos pasados, quisiera liberar uno en sus aguas por algún motivo. Sin embargo, la cultura popular ha construido en torno al caimán del santuario de la Fuensanta una curiosa historia.
Dice la tradición que este animal, merodeando las aguas y la orilla del río a su paso por Córdoba, estaba sembrando el pánico entre sus habitantes, sin que nadie se atreviera a hacerle frente. Al fin, decidieron ofrecer a un condenado a muerte (¿estaban de vacaciones todos los alguaciles de la ciudad?) el indulto a cambio de la caza del animal. Sin que haya trascendido cómo lo hizo, semejante motivación fue suficiente como para que le diera muerte en un arroyo cercano, quedando como recuerdo de aquellos días su cuerpo en el santuario.
Es una lástima que Ramírez de Arellano, el cronista de la Córdoba moderna y contemporánea, se limite a decir que el caimán fue traído de América, y que se puede relegar la otra versión al terreno de la fábula popular.
Y un pequeño detalle. En Ávila, en el santuario de Ntra Sra de Sonsoles, muy visitado en la ciudad, suelen llevar a muchos niños para que disfruten con el objeto más curioso del lugar: un caimán disecado.
1 comentario:
Parece ser que el caiman fué cazado tirándole panes, al abrir la boca le dispararon consiguiendo matarlo, pues nadie sabía como hacerlo. Esta historia la contaba mi abuela hace mucho tiempo, que sabía un montón de historias sobre Córdoba. Es una pena que todo se vaya perdiendo.
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