Aquí dejo un par de imágenes que prometí subir hace ya mucho tiempo.
En la entrada "El muro en Fuentes Guerra", que estaba ilustrada con una foto nocturna en la que no se distinguía la muralla de los jaramagos, he colgado esta en la que se aprecia mucho mejor la muralla romana, con sus añadidos posteriores medievales.
Y de paso, en la entrada "La basílica de Santa Eulalia", he puesto el croquis que hizo Ramírez de Arellano sobre los restos encontrados en el Palacio de la Merced en el siglo XIX.
domingo, 19 de abril de 2009
sábado, 18 de abril de 2009
Buscando el arroyo del Camello: recuperación de un topónimo olvidado (y II)
(ver anterior)
Pero, ¿tenemos algún testimonio más directo de cómo era el arroyo del Camello o Casitas Blancas antes de la urbanización de gran parte de su cauce? Por fortuna, sí. Encontramos uno de ellos en el mapa realizado por el ejército alemán a una escala de 1:50000 en los primeros años cuarenta. En él se puede ver marcado en azul el recorrido del arroyo hasta verter sus aguas en el de las Piedras, ya en el Marrubial.
Por otro lado, una referencia más tardía aunque mucho más ilustrativa es la ortofoto estadounidense de finales de los 50. En ella he marcado con puntos azules el cauce, para no ocultar la imagen, y si la comparamos con la foto de Google Earth de la entrada anterior, podemos hacernos una idea de cómo ha ido evolucionando toda la zona por la que el arroyo transitaba.
Habría que hacer referencia a otro grupo de documentos que mencionan también el arrroyo del Camello, como son los relativos a una conducción medieval de agua que llegaba a la parte oriental de Córdoba hasta su inutilización (y posible recuperación parcial posterior) a mediados del siglo XIX. Este agua era conocida como del nacimiento de Miraflores, y fue concedida su explotación y aprovechamiento, con muchas condiciones, a los Padres Trinitarios, para abastecimiento de su convento y las fuentes cercanas.
El agua procedía de dos puntos diferentes. En primer lugar, un nacimiento en las proximidades, según López Amo en "Las aguas de Córdoba", del arroyo Hormiguita (recordemos que esta es la denominación que adoptó el del Camello desde el punto en que se unían los dos), a la altura del Molino Quemado, es decir, poco antes de la junta de los arroyos.
Además, este agua se unía al procedente de un segundo origen denominado "sudaderos del arroyo del Camello". ¿Dónde se encontraba esta zona, en el sector ya urbanizado o en la parte que subsiste más o menos intacta? Sánchez Feria dice que sube este Arroyo à cortar el camino real, que baxa de las Ollerìas, y caminando poco mas arriba àzia el Norte està en èl el nacimiento de dichas aguas de los Padres Trinitarios. Si "poco" quiere decir menos de un kilómetro, entonces esos manantiales están bajo el Polígono de Chinales. Pero si nos permitimos estirar ese "poco" hasta un 1,3 km, llegamos a una zona que, verdaderamente, rezuma agua.
Se encuentra frente a las nuevas urbanizaciones de Mirabueno, donde el arroyo corre más o menos paralelo a la antigua vía de Almorchón. Cuando estuve por allí una semana después de algunas lluvias intensas, todos los rodales de juncos que pueblan la ladera estaban completamente encharcados, bajando el agua hacia el fondo de la vaguada. Los manantiales más importantes, al menos dos de ellos, están marcados con piezas de hierro clavadas en troncos o en el suelo.
El arroyo corría débilmente, pero se podía seguir su rastro en dirección a su nacimiento, encontrando los restos de una fuente destruida, que menciona Francisco Carrasco en su descripción. Son visibles los tres pilares (no en la foto), pero la inscripción y la palmera parece que desaparecieron hace mucho tiempo.
Y hasta aquí lo que puedo aportar sobre el tema. No estoy seguro de que sea esta zona la de los "sudaderos", porque para ello habría que excavar y localizar el origen de las aguas de los Trinitarios, pero al menos ha quedado constancia de lo poco que se conserva de este arroyo que un día regó el Marrubial.
Pero, ¿tenemos algún testimonio más directo de cómo era el arroyo del Camello o Casitas Blancas antes de la urbanización de gran parte de su cauce? Por fortuna, sí. Encontramos uno de ellos en el mapa realizado por el ejército alemán a una escala de 1:50000 en los primeros años cuarenta. En él se puede ver marcado en azul el recorrido del arroyo hasta verter sus aguas en el de las Piedras, ya en el Marrubial.
Por otro lado, una referencia más tardía aunque mucho más ilustrativa es la ortofoto estadounidense de finales de los 50. En ella he marcado con puntos azules el cauce, para no ocultar la imagen, y si la comparamos con la foto de Google Earth de la entrada anterior, podemos hacernos una idea de cómo ha ido evolucionando toda la zona por la que el arroyo transitaba.
Habría que hacer referencia a otro grupo de documentos que mencionan también el arrroyo del Camello, como son los relativos a una conducción medieval de agua que llegaba a la parte oriental de Córdoba hasta su inutilización (y posible recuperación parcial posterior) a mediados del siglo XIX. Este agua era conocida como del nacimiento de Miraflores, y fue concedida su explotación y aprovechamiento, con muchas condiciones, a los Padres Trinitarios, para abastecimiento de su convento y las fuentes cercanas.
El agua procedía de dos puntos diferentes. En primer lugar, un nacimiento en las proximidades, según López Amo en "Las aguas de Córdoba", del arroyo Hormiguita (recordemos que esta es la denominación que adoptó el del Camello desde el punto en que se unían los dos), a la altura del Molino Quemado, es decir, poco antes de la junta de los arroyos.
Además, este agua se unía al procedente de un segundo origen denominado "sudaderos del arroyo del Camello". ¿Dónde se encontraba esta zona, en el sector ya urbanizado o en la parte que subsiste más o menos intacta? Sánchez Feria dice que sube este Arroyo à cortar el camino real, que baxa de las Ollerìas, y caminando poco mas arriba àzia el Norte està en èl el nacimiento de dichas aguas de los Padres Trinitarios. Si "poco" quiere decir menos de un kilómetro, entonces esos manantiales están bajo el Polígono de Chinales. Pero si nos permitimos estirar ese "poco" hasta un 1,3 km, llegamos a una zona que, verdaderamente, rezuma agua.
Se encuentra frente a las nuevas urbanizaciones de Mirabueno, donde el arroyo corre más o menos paralelo a la antigua vía de Almorchón. Cuando estuve por allí una semana después de algunas lluvias intensas, todos los rodales de juncos que pueblan la ladera estaban completamente encharcados, bajando el agua hacia el fondo de la vaguada. Los manantiales más importantes, al menos dos de ellos, están marcados con piezas de hierro clavadas en troncos o en el suelo.
El arroyo corría débilmente, pero se podía seguir su rastro en dirección a su nacimiento, encontrando los restos de una fuente destruida, que menciona Francisco Carrasco en su descripción. Son visibles los tres pilares (no en la foto), pero la inscripción y la palmera parece que desaparecieron hace mucho tiempo.
Y hasta aquí lo que puedo aportar sobre el tema. No estoy seguro de que sea esta zona la de los "sudaderos", porque para ello habría que excavar y localizar el origen de las aguas de los Trinitarios, pero al menos ha quedado constancia de lo poco que se conserva de este arroyo que un día regó el Marrubial.
miércoles, 15 de abril de 2009
Buscando el arroyo del Camello: recuperación de un topónimo olvidado (I)
(ver siguiente)
Hace bastante tiempo, en los primeros pasos del blog, se trató en una entrada sobre el arroyo que atravesaba la parte oriental del casco histórico de Córdoba, hasta finales del siglo XVIII. Este arroyo, que recibía diversos nombres según el barrio por el que iba pasando, entraba en la ciudad por las inmediaciones de la puerta del Colodro, procedente con toda probabilidad de la zona de Santa Rosa o Valdeolleros. Y a él hace referencia Francisco Carrasco en su libro "Arroyos de Córdoba", mencionándolo brevemente:
Venía de la Asomadilla por la Cruz de Juárez, Matadero Viejo, Puerta del Colodro, Santa Marina, San Andrés, San Rafael y San Lorenzo. todavía se oyen sus aguas por el pozo que hay en uno de los patios del Palacio de Viana. El alcalde mandó construir puentecillos de madera para cruzar las calles. Este arroyo se llamaba del Camello y ha aparecido su cauce cuando se realizaron trabajos para el ferrocarril de alta velocidad en estos años.
Posteriormente me fui encontrando varias referencias a un "arroyo del Camello" que nada tenía que ver con esta descripción, de modo que las expondré aquí, a sabiendas de que es un tema resbaladizo por basarse en nombres populares que van cambiando con el tiempo.
La descripción más detallada de la situación de este arroyo desaparecido bajo el asfalto de los barrios de Levante la proporciona en 1772 el médico y escritor Bartolomé Sánchez de Feria en su "Palestra Sagrada", cuando trata de precisar de manera exacta el lugar en el que Andrés de las Roelas se encontró con los Cinco Caballeros. El relato completo está en la siguiente imagen, pero abreviadamente, viene a decir que los dos arroyos que discurrían por el campo del Marrubial, el de las Peñas, las Piedras o San Cristóbal, que bajaba de Sansueña, y el de la Hormiguita u Hormiguilla, que venía de lo que hoy es la fábrica de cementos, confluían en un punto situado unos metros al norte del actual cuartel de Lepanto.
Además, explica que dicho arroyo de la Hormiguita, marcado en azul en la superposición de planos, había sido llamado desde antiguo "del Camello", hasta principios o mediados del siglo XVIII, cuando fue tomando el nombre de un pequeño arroyuelo que se le incorporaba desde el este. Sánchez Feria rechaza esa modificación, afirmando que debería conservarse en todo su recorrido el nombre del mayor y más largo, el del Camello.
Curiosamente, Francisco Carrasco sí menciona ese arroyo de la Hormiguita como un afluente menor de otro, al que denomina arroyo de Casitas Blancas, cuyo recorrido coincide con el atribuido al del Camello en el siglo XVIII por la "Palestra". Son el mismo curso de agua, llamado de distinta manera con una diferencia de dos siglos y medio.
Siguiendo la descripción de este arroyo de Casitas Blancas, y combinándolo con el plano de Córdoba de 1884, podemos definir el recorrido que seguía desde su origen hasta su desembocadura en el arroyo de las Piedras.
Hace bastante tiempo, en los primeros pasos del blog, se trató en una entrada sobre el arroyo que atravesaba la parte oriental del casco histórico de Córdoba, hasta finales del siglo XVIII. Este arroyo, que recibía diversos nombres según el barrio por el que iba pasando, entraba en la ciudad por las inmediaciones de la puerta del Colodro, procedente con toda probabilidad de la zona de Santa Rosa o Valdeolleros. Y a él hace referencia Francisco Carrasco en su libro "Arroyos de Córdoba", mencionándolo brevemente:
Venía de la Asomadilla por la Cruz de Juárez, Matadero Viejo, Puerta del Colodro, Santa Marina, San Andrés, San Rafael y San Lorenzo. todavía se oyen sus aguas por el pozo que hay en uno de los patios del Palacio de Viana. El alcalde mandó construir puentecillos de madera para cruzar las calles. Este arroyo se llamaba del Camello y ha aparecido su cauce cuando se realizaron trabajos para el ferrocarril de alta velocidad en estos años.
Posteriormente me fui encontrando varias referencias a un "arroyo del Camello" que nada tenía que ver con esta descripción, de modo que las expondré aquí, a sabiendas de que es un tema resbaladizo por basarse en nombres populares que van cambiando con el tiempo.
La descripción más detallada de la situación de este arroyo desaparecido bajo el asfalto de los barrios de Levante la proporciona en 1772 el médico y escritor Bartolomé Sánchez de Feria en su "Palestra Sagrada", cuando trata de precisar de manera exacta el lugar en el que Andrés de las Roelas se encontró con los Cinco Caballeros. El relato completo está en la siguiente imagen, pero abreviadamente, viene a decir que los dos arroyos que discurrían por el campo del Marrubial, el de las Peñas, las Piedras o San Cristóbal, que bajaba de Sansueña, y el de la Hormiguita u Hormiguilla, que venía de lo que hoy es la fábrica de cementos, confluían en un punto situado unos metros al norte del actual cuartel de Lepanto.
Además, explica que dicho arroyo de la Hormiguita, marcado en azul en la superposición de planos, había sido llamado desde antiguo "del Camello", hasta principios o mediados del siglo XVIII, cuando fue tomando el nombre de un pequeño arroyuelo que se le incorporaba desde el este. Sánchez Feria rechaza esa modificación, afirmando que debería conservarse en todo su recorrido el nombre del mayor y más largo, el del Camello.
Curiosamente, Francisco Carrasco sí menciona ese arroyo de la Hormiguita como un afluente menor de otro, al que denomina arroyo de Casitas Blancas, cuyo recorrido coincide con el atribuido al del Camello en el siglo XVIII por la "Palestra". Son el mismo curso de agua, llamado de distinta manera con una diferencia de dos siglos y medio.
Siguiendo la descripción de este arroyo de Casitas Blancas, y combinándolo con el plano de Córdoba de 1884, podemos definir el recorrido que seguía desde su origen hasta su desembocadura en el arroyo de las Piedras.
jueves, 9 de abril de 2009
Milenario (6): la cita de Sanchuelo con su destino
(ver anterior / ver siguiente)
El mundo dejó de tener sentido para el visir Sanyul, probablemente, la tercera semana de febrero de 1009. Se encontraba en Toledo, adonde había tenido que regresar forzado por las condiciones climatológicas, dado que las lluvias habían embarrado los caminos y el avance de las tropas se hacía penoso por el desierto estratégico de la Meseta norte.
Fracasado su intento de gloria militar, recibía ahora la noticia de que en Córdoba había estallado una revuelta contra su gobierno, habiendo quedado Madinat al-Zahira totalmente arrasada. Abderramán sólo tenía una opción: acudir a la todavía capital del todavía Califato, y presentar batalla.
No está totalmente claro lo que ocurrió a partir de ese momento. Se sabe que el ejército beréber de Sanchuelo le fue abandonando progresivamente, dando por perdida cualquier batalla contra los rebeldes de ibn Abd al-Chabbar. Los aliados de la familia amirí desde los tiempos del hayib Almanzor habían dejado de serlo de la noche a la mañana, y únicamente un grupo de civiles inconscientes, junto con algún verdadero soldado cristiano, permanecían con él. Entre ellos, el fiel Gómez, que le acompañó, lleno de vergüenza al ver su comportamiento, hasta el destino final.
Éste pareció consistir en la humillación pública de Sanchuelo ante las primeras avanzadillas del ejército de al-Mahdi, llegando a besar los cascos del caballo del enemigo en un vano intento por evitar su ejecución. Según una de las teorías, fue incluso embalsamado para permanecer más tiempo expuesto al pueblo después de su muerte.
Sin embargo, no falta quien considera que, siguiendo las recomendaciones de algún lugarteniente, Sanchuelo buscó refugio en el monasterio mozárabe de San Zoilo Armilatense, cerca de Adamuz, donde finalmente encontraría la muerte. Ésta tuvo lugar, en cualquier caso, a principios de marzo, sin hallarse claras las circunstancias.
La rebelión había vencido y se había consumado, pero aún quedaba un fleco suelto a la hora de legitimar al nuevo gobernante. Tenía que llegar un fascinante y surrealista episodio histórico.
---
Como en todos los artículos sobre el Milenario, la fuente principal es el libro de Muñoz Molina, "Córdoba de los Omeyas".
Línea temporal de la dominación musulmana (I y II)
El mundo dejó de tener sentido para el visir Sanyul, probablemente, la tercera semana de febrero de 1009. Se encontraba en Toledo, adonde había tenido que regresar forzado por las condiciones climatológicas, dado que las lluvias habían embarrado los caminos y el avance de las tropas se hacía penoso por el desierto estratégico de la Meseta norte.
Fracasado su intento de gloria militar, recibía ahora la noticia de que en Córdoba había estallado una revuelta contra su gobierno, habiendo quedado Madinat al-Zahira totalmente arrasada. Abderramán sólo tenía una opción: acudir a la todavía capital del todavía Califato, y presentar batalla.
No está totalmente claro lo que ocurrió a partir de ese momento. Se sabe que el ejército beréber de Sanchuelo le fue abandonando progresivamente, dando por perdida cualquier batalla contra los rebeldes de ibn Abd al-Chabbar. Los aliados de la familia amirí desde los tiempos del hayib Almanzor habían dejado de serlo de la noche a la mañana, y únicamente un grupo de civiles inconscientes, junto con algún verdadero soldado cristiano, permanecían con él. Entre ellos, el fiel Gómez, que le acompañó, lleno de vergüenza al ver su comportamiento, hasta el destino final.
Éste pareció consistir en la humillación pública de Sanchuelo ante las primeras avanzadillas del ejército de al-Mahdi, llegando a besar los cascos del caballo del enemigo en un vano intento por evitar su ejecución. Según una de las teorías, fue incluso embalsamado para permanecer más tiempo expuesto al pueblo después de su muerte.
Sin embargo, no falta quien considera que, siguiendo las recomendaciones de algún lugarteniente, Sanchuelo buscó refugio en el monasterio mozárabe de San Zoilo Armilatense, cerca de Adamuz, donde finalmente encontraría la muerte. Ésta tuvo lugar, en cualquier caso, a principios de marzo, sin hallarse claras las circunstancias.
La rebelión había vencido y se había consumado, pero aún quedaba un fleco suelto a la hora de legitimar al nuevo gobernante. Tenía que llegar un fascinante y surrealista episodio histórico.
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Como en todos los artículos sobre el Milenario, la fuente principal es el libro de Muñoz Molina, "Córdoba de los Omeyas".
Línea temporal de la dominación musulmana (I y II)
lunes, 6 de abril de 2009
Guerra al invasor: manual de uso de Datura stramonium
Hoy vamos a abandonar un poco los libros para dar un paseo por el campo, que van llegando los buenos días en los que el sol calienta algo el cogote al mediodía y los alérgicos al olivo aún no desean el exilio.
Todos en esta sociedad tenemos una serie de impulsos coléricos que tarde o temprano acaban por aflorar. Una adjudicación dedocrática de un contrato público, unas obras interminables en la carretera, un yacimiento arqueológico volatilizado, una mala tarde de Asen y Yordi... cosillas que te encuentras cualquier día en esta Córdoba nuestra, y que van acumulándose hasta convertir al ciudadano en un potencial increíble Hulk.
Pues bien, cabreado convecino, este blog le ofrece una alternativa a la destrucción de mobiliario urbano: la erradicación de especies invasoras. Con ustedes, el terror del valle del Guadiato: el estramonio.
Puede que hayas visto a este pequeño hijo de Satanás adornando con sus flores, como trompetitas blancas, las riberas de nuestro río serrano. Debes saber que no es originario de aquí, sino que procede de un proceso de asilvestramiento a partir de jardines de gente que la debió considerar muy bonita y decorativa. El estramonio (Datura stramonium) ha venido siendo usado desde siempre en América como planta medicinal y, en otros casos, como vía de contacto con el más allá para los chamanes, por sus efectos psicotrópicos. No, no lo hagas, te puede mandar al otro barrio: una cierta cantidad de esta planta, por ingestión, puede resultar letal.
Esta especie está recogida en el catálogo de especies invasoras de la Junta de Andalucía, pero como ellos mismos reconocen, su erradicación es muy difícil o prácticamente imposible. Se reproduce de manera endiablada, y crece en las zonas de arena o grava junto al río. La ventaja es que, por eso, resulta muy fácil arrancar las pequeñas matas anuales.
De modo que si, en alguna ocasión, piensas dar un paseo por el valle del Guadiato, no olvides llevar un guante y bolsas de plástico, cuanto más grandes mejor. Y a la vuelta, dedica unos minutos a llevarte cuantos ejemplares puedas, si estás seguro de haberlos reconocido. Si no han formado aún la semilla, estás autorizado a arrojarlos con ira contra las piedras, mientras maldices al culpable de tu cabreo semanal. Estarás haciendo, además, un favor a nuestro ecosistema.
---
Las imágenes muestran distintas partes de la planta, y lo que se debe hacer con ella.
Todos en esta sociedad tenemos una serie de impulsos coléricos que tarde o temprano acaban por aflorar. Una adjudicación dedocrática de un contrato público, unas obras interminables en la carretera, un yacimiento arqueológico volatilizado, una mala tarde de Asen y Yordi... cosillas que te encuentras cualquier día en esta Córdoba nuestra, y que van acumulándose hasta convertir al ciudadano en un potencial increíble Hulk.
Pues bien, cabreado convecino, este blog le ofrece una alternativa a la destrucción de mobiliario urbano: la erradicación de especies invasoras. Con ustedes, el terror del valle del Guadiato: el estramonio.
Puede que hayas visto a este pequeño hijo de Satanás adornando con sus flores, como trompetitas blancas, las riberas de nuestro río serrano. Debes saber que no es originario de aquí, sino que procede de un proceso de asilvestramiento a partir de jardines de gente que la debió considerar muy bonita y decorativa. El estramonio (Datura stramonium) ha venido siendo usado desde siempre en América como planta medicinal y, en otros casos, como vía de contacto con el más allá para los chamanes, por sus efectos psicotrópicos. No, no lo hagas, te puede mandar al otro barrio: una cierta cantidad de esta planta, por ingestión, puede resultar letal.
Esta especie está recogida en el catálogo de especies invasoras de la Junta de Andalucía, pero como ellos mismos reconocen, su erradicación es muy difícil o prácticamente imposible. Se reproduce de manera endiablada, y crece en las zonas de arena o grava junto al río. La ventaja es que, por eso, resulta muy fácil arrancar las pequeñas matas anuales.
De modo que si, en alguna ocasión, piensas dar un paseo por el valle del Guadiato, no olvides llevar un guante y bolsas de plástico, cuanto más grandes mejor. Y a la vuelta, dedica unos minutos a llevarte cuantos ejemplares puedas, si estás seguro de haberlos reconocido. Si no han formado aún la semilla, estás autorizado a arrojarlos con ira contra las piedras, mientras maldices al culpable de tu cabreo semanal. Estarás haciendo, además, un favor a nuestro ecosistema.
---
Las imágenes muestran distintas partes de la planta, y lo que se debe hacer con ella.
jueves, 2 de abril de 2009
El primer esparraguero
Me he pensado mucho si la primera vez que este personaje aparecía por el blog debía hacerlo por una cuestión en principio tan banal como ésta. Pero al final he decidido que es un buen ejemplo de cómo su figura, sus consejos y su personalidad influyeron de tal forma en su época, que aún hoy seguimos poniendo en práctica sus recomendaciones.
Uno de los más fascinantes actores de la época del emirato, el músico Ziryab, así conocido pese a ser una autoridad en numerosos campos como la moda, la higiene o la gastronomía, fue quien popularizó, según cuenta Antonio Arjona Castro en su "Historia de Córdoba durante el emirato omeya", la costumbre de recoger espárragos del campo.
Cabe la posibilidad de que esta anécdota afectase sólo a las clases más pudientes de la aristocracia árabe, y de que la gente del campo ya estuviera acostumbrada a recolectarlos, pero el caso es que esta escena ha quedado como el origen de la tradición esparraguera.
Parece ser que una noche estaban reunidos Ziryab y un notable de la corte, degustando algunos platos, cuando el músico ofreció al noble un espárrago cocido, que sólo accedió a comer después de mucha insistencia. Vencida la repugnancia, el comensal se mostró encantado, preguntando dónde se podía conseguir esa planta. "Dime dónde se da, Dios te honre, para mandar a buscarla y ofrecer precio por su compra". Ziryab, después de enumerar las propiedades del espárrago ("es diurético, limpia la uretra y la vejiga, disuelve los cálculos, templa los humores y es afrodisíaco"), le contestó que no era necesario gasto alguno, sino que la planta en cuestión crecía en abundancia cerca de la propia ciudad de Córdoba, donde cualquiera podía encontrarla.
Desde entonces, por las fechas que ahora vivimos, miles de cordobeses se afanan en buscarlos entre el matorral de Sierra Morena, conservando los métodos tradicionales, excepción hecha del coche en la cuneta de la carretera.
Uno de los más fascinantes actores de la época del emirato, el músico Ziryab, así conocido pese a ser una autoridad en numerosos campos como la moda, la higiene o la gastronomía, fue quien popularizó, según cuenta Antonio Arjona Castro en su "Historia de Córdoba durante el emirato omeya", la costumbre de recoger espárragos del campo.
Cabe la posibilidad de que esta anécdota afectase sólo a las clases más pudientes de la aristocracia árabe, y de que la gente del campo ya estuviera acostumbrada a recolectarlos, pero el caso es que esta escena ha quedado como el origen de la tradición esparraguera.
Parece ser que una noche estaban reunidos Ziryab y un notable de la corte, degustando algunos platos, cuando el músico ofreció al noble un espárrago cocido, que sólo accedió a comer después de mucha insistencia. Vencida la repugnancia, el comensal se mostró encantado, preguntando dónde se podía conseguir esa planta. "Dime dónde se da, Dios te honre, para mandar a buscarla y ofrecer precio por su compra". Ziryab, después de enumerar las propiedades del espárrago ("es diurético, limpia la uretra y la vejiga, disuelve los cálculos, templa los humores y es afrodisíaco"), le contestó que no era necesario gasto alguno, sino que la planta en cuestión crecía en abundancia cerca de la propia ciudad de Córdoba, donde cualquiera podía encontrarla.
Desde entonces, por las fechas que ahora vivimos, miles de cordobeses se afanan en buscarlos entre el matorral de Sierra Morena, conservando los métodos tradicionales, excepción hecha del coche en la cuneta de la carretera.
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