Es por ello que no sólo en Córdoba, sino en Madrid, París, Berlín y por todo el mundo, miles de personas pasaron en vela la noche del dieciocho al diecinueve, mirando al cielo. Y la mayoría de ellos miraron en vano, porque al menos en España, la nubosidad impidió ver el espectáculo. El posible que ni siquiera los afortunados pasajeros del globo que salió de Córdoba pudieran distrufarlo. A eso de las tres, la lluvia empezó a dispersar a los curiosos, mientras una blanca luminosidad envolvía el hemisferio nocturno de la Tierra, y la cola del cometa se revelaba inofensiva por su bajísima densidad.
Únicamente en Villanueva de Córdoba se mantuvo el miedo durante toda la noche, porque una salvaje tormenta hizo pensar a los vecinos que, realmente, estaba cayendo sobre ellos la cólera del cielo.
---
El cielo cae sobre nuestras cabezas (I)
No hay comentarios:
Publicar un comentario