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domingo, 24 de enero de 2010

Huerta de Santa Isabel: la última batalla del ejército califal

Si se jura fidelidad, es para siempre. Hace mil años que cientos, miles de ellos murieron en los campos de batalla de la locura provocada por la guerra civil, y que fueron enterrados, en el mejor de los casos, en alguno de los inmensos cementerios de la agonizante capital del imperio califal. Sus espíritus han sido convocados y ahora se preparan para dar una última batalla, como si de los muertos de las Montañas Blancas de El Señor de los Anillos se tratara.

Se han levantado de los
maqabir de la avenida del Aeropuerto, de la glorieta de Almogávares, de todas las necrópolis conocidas, y se dirigen al antiguo Cuartel de Artillería, en la avenida de Medina Azahara. Allí, dando la espalda al Rectorado, ante los atónitos conductores y paseantes, forman en medio centenar de filas, sobre la calzada, y preparan sus espadas. Piensan, mientras la caballería califal se posiciona en los flancos y los conductores huyen despavoridos, en qué horribles ingenios habrá desarrollado el arte militar de los infieles (iba a decir cristianos) a lo largo de este milenio.

Los mismos infieles que, con sus máquinas imparables, han desenterrado los restos de su cuartel general del noroeste, entre Turruñuelos y Miralbaida. Los mismos que quieren construir allí esas verdaderas colmenas que ellos llaman viviendas. Todos sus informes concluían que la operación se estaba gestando en el antiguo cuartel, hoy más conocido como Gerencia Municipal de Urbanismo. Al grito habitual de "Alá es grande", y esas cosas, saltan la verja de las dependencias municipales y, rompiendo puertas y ventanas, entran a saco en las oficinas.


Allí les reciben hordas de funcionarios del Ayuntamiento y de técnicos en nómina, empuñando licencias de obra enrolladas, contra las que las espadas califales, oxidadas de hace mil años, se quiebran y deshacen, dejando los papeles teñidos de un color anaranjado. Los aviones de papel hechos con las resoluciones que autorizaron la destrucción de los arrabales de Poniente, vergüenza de nuestra época, sobrevuelan a los asustados soldados de Alhakén II, cuya moral va quedando minada al contemplar las autorizaciones de eliminación de los restos encontrados en Fátima junto al arroyo Pedroches, o los de la avenida de Libia. Sus casas habían sido destruidas por la invencible mano de la Gerencia.


Ayer pasé por allí y, pese a la relativa normalidad que se veía desde fuera, la fiera batalla continuaba en su interior. El resultado es incierto, aunque se rumorea que habrá una tregua que respetará ambas cosas, viviendas y restos arqueológicos. No me lo acabo de creer. El tiempo dirá.
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El tiempo dirá, de paso, si realmente estos restos se corresponden con algún tipo de instalación militar de época califal. La cercanía a la casi inexplorada almunia o palacio de Turruñuelos abre un gran abanico de posibilidades.

9 comentarios:

  1. Preciosa y original entrada Puerta... ¿qué puede hacer todo un ejército califal de aguerridos muslines armados hasta los dientes... contra la Gerencia de Urbanismo?, pues sí, morder el polvo. Saludos amigo.

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  2. Me encanta el guión ese tuyo para la próxima peli de "ssonbiih" (zombies en lengua andalussa central). Sólo una preguntita. ¿las fotos, de cuando son? ¿son tuyas?

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  3. No me creo que se vaya a respetar algo, al menos hasta que lo vea. Antes promueven el expolio para que acabe antes, y así se quitan de problemas.

    Ya me gustaría estar equivocado.

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  4. Muy bueno Puerta, por momentos creí escuchar la voz de tito Cebri a mis espaldas.

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  5. Las fotos son de noviembre de 2008, las hicimos un día de paseíllo por la vereda de Trassierra.

    lamalgama, eso que has dicho es algo muy serio. Supongo que habrás leído un relato de Carlos Canales en el que explicaba porqué Juan Antonio era capaz de contar con pelos y señales una batalla de las campañas persas en Grecia, o de las Cruzadas. Simplemente, el gran secreto del Cebri es que él estuvo allí: con su máquina del tiempo, su cuaderno de notas y los cuatro sentidos puestos en conocer lo que allí ocurría. ¿A que és bonito?

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  6. Pues no conocía la explicación, aunque podía imaginármela. A ver, una cosa, ¿tú tienes algo escrito sobre esto?:

    En el censo de población mandado formar en 1718 aparecen inscritos en estas revueltas veinte africanos, todos convertidos a nuestra religión, siendo de notar que entre ellos se contaban una anciana llamada María de la Encarnación, con 114 años , y otra, Ana Catalina, con 105; es el primero el caso de longevidad mayor que ha ocurrido en Córdoba, según nuestras noticias.

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  7. Pues sí, lo tengo del Bloguítico inferior, una entrada muy antigua sobre las Siete Revueltas.

    http://puertadeosario.blogspot.com/2007/09/las-siete-revueltas.html

    La he releído y he pensado unas cuantas cosas... Cómo ha cambiado este rincón en tres años. Te voy a decir un secreto, pero no se lo cuentes a nadie: el otro día me puse sentimental y escribí la entrada para el tercer aniversario, que será en mayo.

    Me resulta curioso que justo después de terminarla y programarla, surjan cosas como tu comentario, y otras, que me den que pensar sobre cómo ha evolucionado esta historia...

    En fin, a saber dónde nos lleva este viaje!

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  8. Que te jubiles, cara de píxel. Que debajo del león de piedra hay un corazón sensible.

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