Con un aspecto similar al que hoy presentan Santa Marina o San Lorenzo, la iglesia iba acompañada de una torre muy robusta y de gran antigüedad. El aspecto de fortaleza de este campanario y algunas otras tradiciones hacían pensar que esta iglesia era en tiempos del los visigodos el templo de San Jorge, donde se habrían refugiado los últimos combatientes cuando la invasión musulmana. Este es un episodio confuso, aunque la mayoría de los autores lo ubican en realidad en la basílica extramuros de San Acisclo (Córdoba nace al Islam).
Sometida durante décadas a la presión de las vecinas monjas del Espíritu Santo, rebeldes hasta llegar en ocasiones cerca del vandalismo, la iglesia del Salvador fue literalmente invadida por ellas en un descuido del párroco, probablemente a principios del siglo XVIII, anexionando a su convento una parte del templo. Lo insostenible de esta relación, unido a la estrechez de Santo Domingo de Silos, forzó la búsqueda de una solución común, alcanzada con el traslado de las dos parroquias a la iglesia del Colegio de Santa Catalina, que se produjo el 16 de diciembre de 1782. Esta iglesia de
La iglesia del Salvador quedó así unida por completo en uso y destino al convento contiguo, de manera que tras su desamortización a mediados del siglo XIX se procedió a su demolición, y las piedras de un edificio tan histórico sólo sirvieron para la construcción de la plaza de toros de los Tejares.