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martes, 10 de enero de 2012

La visita del embajador Juan de Gorze: el fraile y el Califa (I)

Europa alrededor del año 1000
En el siglo X, en pleno apogeo del Califato, con Abderramán III colocando a Córdoba entre las más importantes capitales del mundo, había que tener mucho cuidado con la imagen que se daba a los potenciales aliados, a los enemigos tradicionales y al resto de imperios vecinos. Un error diplomático podía modificar peligrosamente el mapa de amistades, y aislar a Al Andalus frente a otros estados rivales. El imperio con sede en Medina Azahara, por otro lado, no era tampoco un actor secundario, porque controlaba la Península hasta el desierto estratégico del Duero, presionando a los reinos del norte, y extendiendo su Marca Superior hasta las cercanías de los Pirineos.

En el año 950, el rey Otón I de Germania y Francia Oriental (posterior Emperador del Sacro Imperio) se subía por las paredes. El hombre que controlaba Europa Central acababa de recibir a unos emisarios supuestamente amistosos del Califa cordobés, que le habían transmitido un mensaje entre cuyos términos estaba una petición de conversión a la fe mahometana, al parecer demasiado brusca para el gusto de Otón el Grande. Todo parece derivar de un malentendido, al morir el principal embajador, un culto obispo, antes de poder entrevistarse con el rey para explicar los términos de la introducción protocolaria de aquella carta.

Otón I decidió devolver la jugada con un mensaje dirigido a Abderramán que incluía unas frases ofensivas dirigidas a Mahoma y al Islam en general, a sabiendas de que el mensajero encargado de transmitirlas iba a ser ejecutado en Córdoba, como castigo innegociable a su insulto. La búsqueda de un voluntario para semejante misión, prácticamente suicida, se topó con la evidencia de que nadie quería viajar de Alemania a Córdoba para ser ejecutado. Hasta que se ofreció el prior de un monasterio de Gorze, en la Lorena, hoy Francia: Juan de Gorze, el único dispuesto a viajar hasta la lejana capital andalusí aun a riesgo de su propia vida.

Salón Rico de Medina Azahara
Partió en 953, con un pequeño séquito, regalos y la carta de respuesta. A su llegada a Cataluña se le permitió el paso hasta Córdoba, donde Abderramán III le alojó en un lujoso palacio, probablemente una almunia entre la ciudad y Medina Azahara, y le comunicó que no sería recibido durante un prolongado tiempo, en respuesta a la espera que soportó la embajada cordobesa en Alemania. En realidad, Abderramán sabía cuál era el tono de la carta, y no quería tener que ajusticiar al fraile. Sólo podía evitarlo posponiendo indefinidamente la entrevista, y tratando de hacerle desistir a través de emisarios como el más importante judío de su corte, Hasdai ibn Shaprut, del que el propio Juan de Gorze dijo que nunca había visto "un hombre de intelecto tan sutil". Tampoco los cristianos mozárabes lograron convencerle, ni siquiera ante la amenaza (un evidente farol) de que el cristianismo sería erradicado de Al Andalus si no cedía.

El Califa y sus consejeros no entendían nada. Los meses pasaban y no se veía una solución. Definitivamente, alguien iba a tener que hacer el viaje de Córdoba a Frankfurt para resolver todo aquel follón.

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Fuente del mapa. Fuente de la foto.

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