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domingo, 28 de junio de 2009

Córdoba frente al misterio (13): la casa del duende

La búsqueda del lugar exacto donde ocurrió este suceso legendario allá por el siglo XVI parece, en principio, una labor complicada. Y así sería, dado que en los Casos Notables no se explica la ubiación de la casa, si no contáramos con la detallada descripción que hace Ramírez de Arellano en los "Paseos".

Comienza a hablarnos de los edificios más singulares de la calle Almonas desde su entrada por el Realejo, para ir descendiendo hacia la Almagra en sentido decreciente de la numeración. Al poco de empezar, nos describe la calleja de la Mancera, que es una que hay a mano izquierda según se baja, casi enfrente de la actual calle Torre de San Andrés, cuya salida a Almonas no existía hasta tiempos recientes.

Pues bien, la "casa del Duende", a la que se refiere el cronista como si aún se la conociera así a finales del siglo XIX, se sitúa casi enfrente de la calleja Mancera, formando rincón, y por encima (aunque no necesariamente pared con pared) de la fábrica de jabón o almona que, como ocurre aún hoy entre el Chaparro y la Lagunilla, tenía obligación de permitir el paso de transeúntes a su través. De ahí viene el nombre de la calle Almona de Paso, actual Pintor Bermejo.

¿Es posible que la casa del siglo XVI permaneciera aún en pie trescientos años después? No se puede descartar, aunque lo más probable es que sufriera reformas. La mayor de ellas tendría lugar, no obstante, a finales del siglo XX, con la construcción en 1987 de las nuevas viviendas que hoy ocupan su espacio. Esta foto es todo lo que he podido conseguir sobre la evolución de la zona, con imágenes tomadas en 1957, 1980 y 2007.

Y hasta aquí podemos profundizar de momento. Si en futuro encuentro algún dato o documento nuevo sobre la casa, lo colgaré por aquí.

Lo que sí puedo dejar caer es que resulta curiosa la existencia de testimonios que hoy, en pleno siglo XXI, ubican en este mismo punto de la ciudad una nueva "casa del miedo", otra futura leyenda. Parece que duendes y fantasmas no pasan nunca de moda, y además cogen cariño a los lugares.

miércoles, 24 de junio de 2009

Córdoba frente al misterio (12): el duende de la calle Almonas

Érase una vez.

Nadie sabe en qué recóndito rincón, un día de la primera mitad del siglo XVII, comenzaron a escribirse los Casos Notables de la Ciudad de Córdoba. Tampoco tenemos gran idea de quién empuñó la pluma la noche en que se escribió el caso número 23: la historia de la casa del Duende. Había en Córdoba una señora rica...

Y había una intriga, una lucha por los bienes que habían sido legados a dos hermanos, parientes del caballero, y luego fraile, Fernando de Cárcamo. Los padres, deseosos de igualar la suerte de ambos, habían adjudicado a la mujer una parte mayor que al varón, que ya poseía notables rentas. Él, no conforme con la decisión, trató de variar el reparto, pero su hermana no aceptó ningún cambio. Fue en ese momento cuando resolvió acabar con su vida.

La señora eligió para residir la casa que había heredado, situada en la calle Almonas del barrio de San Andrés. Allí se instaló, y allí se presentó su nueva compañía.

Cuenta Ramírez de Arellano, en su variante de la leyenda, que hubo en cierta ocasión un hombre que cometió el cruel pecado de abofetear a su padre anciano, acto por el que fue condenado a vagar como alma en pena. Este dato no está presente en el relato del siglo XVII, así que parece que fue después cuando se produjo la confusión entre la idea de duende y la de fantasma. Su nombre, Martín, coincide con el de varios duendes conocidos en zonas como Castilla-La Mancha o Granada.

El caso es que este Martín coincidió en la casa con la mujer, y aficionóse el duende de la güéspeda [sic] y aparecíasele en formas exteriores, hablándole y diciéndole mil requiebros. Ella le rechazaba una y otra vez, entre otras cosas por su apariencia de ser feo y diminuto (no levantaba más de media vara), pero el amor del duende era incondicional.

Tanto es así que, durante seis años, se encargó de que cada vez que llegaba el hermano con intención de cometer el asesinato, hubiera tal escándalo en la casa que éste decidiera dejar pasar la ocasión, por exceso de testigos. La comidilla de que en la casa de la calle Almonas había un duende se fue extendiendo por el vecindario, y la señora tenía frecuentes charlas con su confesor, que le rogaba que no mantuviera trato con aquél elemental, fantasma o lo que fuera. El duende, a su vez, daba extensas clases de teología a la mujer, como prueba de su buena intención y de su conocimiento de los asuntos del cielo.

Sin embargo, llegó el día en que ella no pudo soportar más tan atenta compañía, y decidió mudarse. Se trasladó a las cercanías del colegio de San Roque, próximo a la Catedral. De nada sirvieron los ruegos del duende, que le advirtió de que estaba ligado a aquella casa, y de que no podría protegerla fuera de ella. Efectivamente, en Nochebuena, en la esquina de la calle Judería que da a la Mezquita, su hermano la apuñaló mortalmente, desapareciendo del lugar sin ser visto. Sí que se dejó ver en los días siguientes, en los que fingió su pesar por la muerte de la mujer.

La casa quedó vacía por miedo al duende, y solamente el hermano, harto de no poder obtener rentas de ella, se decidió a ocuparla, considerando simples habladurías los relatos sobre el ser que convivía con la señora.

Dos o tres años después, el Corregidor, avisado por los vecinos del barrio, hizo hundir la puerta que, desde hacía varios días, permanecía cerrada a cal y canto. De una desdichada muerte, se limita a decir el autor de los Casos Raros que falleció el asesino. Ramírez de Arellano hace aparecer, junto al cadáver que se balanceaba de la soga, la horrible figura del duende, autorizando a que fuera enterrado en suelo sagrado. No había sido un suicidio, sino la divina Providencia, a través de él, quien había ajusticiado al hombre que segó la vida de su hermana.

El duende desapareció en el preciso instante en que nació su leyenda.

(Más sobre la Casa del Duende)

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Visto también en Duendes, de Jesús Callejo y Carlos Canales.

lunes, 22 de junio de 2009

¿Existen los duendes?

De brujas, duendes, fantasmas y poltergeists cordobeses hemos hablado ya. Lo que resulta sorprendente es que, aún hoy en día, existan personas que no creen en la presencia real de los duendes. :-)

Las casas enduendadas o encantadas, las casas del miedo, como también se las conocía, eran una realidad palpable hace décadas, quizás siglos. Nuestros antepasados (¿crédulos ellos?) eran mucho más proclives a aceptar que los elementales habitaban nuestro mundo, al menos a ratos. Ellos dieron nombre a la calle Horno del Duende, a la casa del duende, a la huerta del Duende.

Muchos de ellos creían en la acción de una potencia invisible, inteligente, maliciosa y muy astuta, respondiendo a veces, como para divertirse, a los deseos de los testigos, [...] poseyendo facultades acrecentadas por su invisibilidad y otras que escapan aún a nuestras concepciones, como escribió el comandante de la gendarmería francesa Tizané.

Al llegar la noche mágica de San Juan, cuando se abren las puertas de lo fantástico y lo imposible se puede tocar con los dedos, volvemos a leer y contar historias de duendes. Y de Córdoba.

domingo, 21 de junio de 2009

Más datos sobre la puerta Excusada

(Entrada anterior sobre la puerta Excusada)

Para que no se quede como uno de los temas inacabados que nunca se retoman, conviene completar el ladrillo del otro día con algunos datos sueltos de la puerta de la Misericordia o Excusada. Nuevamente tengo que tirar de los "Paseos", porque de momento no conozco otra fuente que la mencione.

El nombre más antiguo que se le da es el de "puerta de Alquerque", que aparece en un documento de la época de Alfonso X (siglo XIII). Podría indicar un topónimo árabe, a lo mejor de un arrabal, según Ricardo de Montis. Lo de puerta Excusada vendría por una leyenda según la cual un gobernante musulmán la habría calificado así después de que por ella penetraran parte de las tropas cristianas durante la Conquista, y con ese nombre se la conocería hasta que la fundación y crecimiento del hospital de la Misericordia provocaron el cambio en la denominación popular.

Se sabe que entre los siglos XV y XVI sufrió un incendio, que provocó que fuera tapiada durante un tiempo, hasta que el 10 de febrero de 1520 se decidió restituirla. Es por ello que recibió durante largo tiempo el nombre de "puerta Quemada".

Por lo demás, señalar a modo de curiosidad que el edificio que se ve en los planos de la entrada anterior a la izquierda según se sale, adosado por el exterior al muro de la Misericordia, es una fundición de hierro que pertenecía a los señores Portilla White y Compañía, según explica Cristina Martín en "Córdoba en el siglo XIX: modernización de una trama histórica".

Y para terminar, otra imagen más: la comparación de la zona hoy en día con el mismo lugar en 1957, cuando se hicieron las fotos del vuelo americano. Se puede ver que la manzana del hospital, sobre todo en su parte oriental, conserva las líneas que ya tenía en los planos del siglo XIX.

jueves, 18 de junio de 2009

Persiguiendo a Vernier: la puerta Excusada, de Alquerque o de la Misericordia

La búsqueda de la puerta de Vernier sigue avanzando poco a poco, pero al menos me ha servido para poder informarme sobre una de las que en principio consideramos como posibles, la puerta del Santo Cristo de la Misericordia, más conocida como puerta Excusada y, antes, puerta de Alquerque. Esta puerta se situaba en la mitad oriental de la actual avenida de las Ollerías, en la salida al campo por la calle Cárcamo. En un pequeño corte del plano de 1851 se nos muestra así:



Esta es una comparativa de su evolución entre 1851 y 1884, donde podemos notar como único cambio importante el derribo de la muralla, y por tanto, de la puerta, que tiene lugar en el año 1882.



Pero cualquier intento de comprender la historia de esta puerta pasa, necesariamente, por entender la del edificio que fue surgiendo a su lado, parasitando su espacio y, finalmente, determinando un cambio en su ubicación: el hospital de la Misericordia.

Realizando una interpretación más o menos libre de la descripción de Ramírez de Arellano, aunque sin perder de vista los importantes restos que aún perviven en la calle Fernando de Lara, podemos reconstruir el pasado de esta zona de la ciudad. Nos ayudaremos para ello de la superposición del plano de 1851 sobre el viario actual, así como de una serie de fotos de la zona, numeradas del 1 al 8.

Este es uno de los puntos de la ciudad en los que resulta confusa la línea de muralla, ya que el plano decimonónico la sitúa muy hacia el exterior, prácticamente por la acera de la avenida de las Ollerías. Sin embargo, es evidente que hay un lienzo de muralla que corre por la calle Fernando de Lara en línea recta hacia la esquina de Ollerías con Ronda de Marrubial, representado por una línea roja larga en la superposición, y visible en las fotos 2 a 7. Es un muro de tapial de notable altura y espesor, reparado con ladrillo en algunas zonas, de gran altura en un tramo de 60 metros en el que se conserva un torreón, en su extremo oriental, y varias almenas frente a la calle Nieves Viejas. ¿Cuál es la verdadera línea de muralla?



Pues posiblemente la que aparece dibujada en amarillo sobre la imagen anterior, que coincide con la descripción que hace Ramírez de Arellano de una doble esquina: se comprende la existencia de otro lienzo de muralla que, uniéndolos [los lienzos del muro de la Misericordia, a la izquierda en rojo en la imagen, y de Fernando de Lara] formaba con los otros dos ángulos encontrados, haciendo por la parte del campo una gran rinconada y en ella la puerta en tiempo de los árabes llamada de Alquerque". En la foto 2 se ve la esquina sur de esa rinconada, inconfundible en su fábrica. He marcado con una interrogación la posible ubicación de la puerta Excusada original.

Al parecer, en 1690 se funda una cofradía del Santo Cristo de la Misericordia, que decide emplear para sus reuniones y obras una ermita construida unos antes junto a la puerta Excusada. Podría corresponderse con el solar que he marcado en amarillo. Rápidamente se extiende, gracias a donaciones, y ocupa el espacio hasta la muralla, del campo a la calle de Fernando de Lara, en el año 1729. Es en ese momento cuando se hace necesario trasladar la puerta, porque el nuevo hospital fagocitará incluso terrenos extramuros, formando poco a poco la manzana que luego se verá en los planos del siglo XIX, gracias a la construcción de dependencias en solares adosados al lado exterior de la muralla.

En la descripción del plano de la Gerencia de Urbanismo, se habla de los restos de Fernando de Lara como una "excepción" del proceso de demolición de la muralla. Eso no es del todo exacto, porque el único motivo de la supervivencia de este tramo es la funcionalidad que tenía al formar parte del propio hospital. De hecho, la parte que no servía a este efecto, es decir, los 100 metros desde el torreón a la esquina del Marrubial, fue demolida casi por completo, quedando un pequeño murete hasta nuestros días.



En cuanto a la puerta, Ramírez de Arellano la describe como de horrible forma. Pero da un dato muy importante: en la nueva de 1729 se colocó un San Rafael en lo alto, probablemente el mismo que hoy adorna el jardín en el lugar exacto en el que estuvo la entrada a la ciudad (foto 8). La presencia del edificio del hospital a la derecha de la puerta, que no aparece en el grabado de Vernier (no considero que el incendio de 1867 lo borrara del mapa, como atestiguan planos posteriores), y el propio San Rafael en el remate me hacen pensar que no es ésta la puerta que andamos buscando.

Pero, ¿y lo que se aprende? El próximo día, alguna anécdota más suave sobre la puerta.

(Más sobre la puerta Excusada)








































lunes, 15 de junio de 2009

El enigma Vernier

Hace varios meses, se publicó en el antiguo foro Calleja de las Flores una imagen que representaba una puerta inédita de las murallas de Córdoba. Su identificación quedó estancada, por la falta de datos claros que nos permitieran ubicar la escena en un punto concreto de la ciudad.

La imagen en cuestión era esta:


Es un dibujo realizado por el pintor francés Emile Louis Vernier, que nació en Lons-le-Saulnier, una localidad francesa cercana a Suiza, en 1829, y murió en París en 1887. Este hombre se dedicó en sus inicios a las litografías, y es mencionado como un especialista en esta materia en la correspondencia que Vincent van Gogh mantenía con su hermano Theo. A continuación fue evolucionando y en sus últimas etapas se dedicó a la pintura de marinas, como escenas de pesca o de playas. A partir de los años 70 del siglo XIX es cuando se dedicó en exclusiva a la pintura.


Emile Louis Vernier, como muchos otros artistas de su tiempo, realizó un viaje por España en busca de inspiración, y conoció diversas ciudades y paisajes que fue plasmando en su cuaderno: Granada, Alicante, Almería... No sabemos en qué fecha, Vernier se presentó en Córdoba y, casi como único testimonio conocido, dibujó esta puerta de la muralla.

El título de la obra, Les portes de la ville de Cordoue, permite dejar volar la imaginación. ¿Existió, dibujada por Vernier, una colección completa de imágenes de las puertas de la ciudad? La representación de una puerta que no debía encontrarse entre las más populares, como la de Gallegos o la del Puente, parece un punto a favor de esta suposición. ¿Cuántas de esas imágenes han sobrevivido hasta hoy en colecciones particulares? Este dibujo se exhibe en el Museo del Louvre, y en breve estará también disponible en el Museo Imaginado de Córdoba.

Ahora bien, la imagen fue publicada por el administrador de la "Calleja de las Flores" sin atribuirle una ubicación concreta, aunque la puerta del Colodro partía entre las mejor situadas. ¿Sería posible ir eliminando puertas, con diferentes argumentos, hasta quedarnos con dos o tres sobre las que trabajar? Bueno, posible es, porque ya lo hicimos. Otra cosa es que alguien se cargara el foro donde se llevó a cabo el trabajo, y ahora haya que volver a colgarlo. Vamos allá.

Puertas de las que se dispone de imagen antigua, y pueden ser descartadas: Osario, Puente, Gallegos (¿seguro?), Nueva, Almodóvar.

Puertas que por su descripción no pueden corresponderse con el dibujo: Andújar y Baeza.

Puertas que ya no existían en el momento de realizarse el dibujo: Martos y Pescadería. La puerta del Rincón fue derribada en 1852, cuando Vernier tenía aún 23 años. La dejamos como muy improbable.

¿Qué nos queda? Las puertas de los Sacos, de Sevilla, del Colodro, de la Misericordia y de Plasencia. Son pocas, y cobardes, a lo mejor podemos con ellas. De hecho, yo hasta ayer tenía una teoría muy definida... pero hoy ya dudo.

Se aceptan ideas, nuevas o repetidas. Y el próximo día sacamos los planos...

viernes, 12 de junio de 2009

Foto de familia de las puertas de Córdoba

Hace tiempo que quería tener una composición como esta, así que he decidido compartirla en el blog. Se resume aquí el conocimiento que se tiene sobre las puertas de la ciudad de Córdoba (sin contar las comunicaciones interiores entre la Villa y la Axerquía, de las que sólo se conoce y preserva el arco del Portillo).

Si partimos de la puerta del Rincón, de la que no se guarda ninguna constancia gráfica, podemos recorrer un tramo cuyas puertas nos son totalmente desconocidas, y que avanza por la avenida de las Ollerías dejando en el misterio (al menos, por ahora) las entradas del Colodro y la Misericordia o Excusada, misterio que se prolonga hacia el sur por el Marrubial, ya que tampoco sabemos nada de la puerta de Plasencia.

La puerta de Andújar viene descrita en los "Paseos por Córdoba", y probablemente esa haya sido la fuente para el aparentemente moderno dibujo que ilustra la entrada correspondiente de la Cordobapedia, y que aquí nos sirve para hacernos una idea de su aspecto.

La puerta Nueva o de Alcolea, por el contrario, sí fue fotografiada antes de su destrucción, aunque aquí se muestre un grabado que la reproduce fielmente. De hecho, es la única puerta de la Axerquía de la que disponemos de imágenes reales. No tuvo tanta suerte, probablemente por muy poco, la puerta de Baeza, que tristemente no fue inmortalizada por ninguno de los fotógrafos clásicos cordobeses de finales del XIX. Sólo disponemos de su descripción y de un imaginativo dibujo del siglo XVII realizado por Pier Maria Baldi. No existe ninguna constancia de que se conserven imágenes o dibujos de las puertas junto al río, Martos y Pescadería.

La puerta del Puente ha sobrevivido hasta nuestros días, aunque descontextualizada. Peor suerte tuvo la puerta de los Sacos, defenestrada probablemente al construirse la nacional IV sobre la huerta del Alcázar, y de la que es posible que quede alguna imagen perdida en los archivos.

La puerta de Sevilla fue hundida y reconstruida, y la de Almodóvar sobrevivió de puro milagro. Las dos puertas restantes, la de Gallegos y la de Osario, quizás por encontrarse más cercanas a los nuevos centros económicos y sociales de la ciudad, fueron fotografiadas antes de desaparecer, y hoy esos documentos son valiosos recuerdos de estos monumentos perdidos.

Una gozada ver esta foto de familia, que ha sido ampliada gracias al trabajo del Tabernero de la Calleja de las Flores y su hallazgo de una nueva imagen que correspondería a una puerta aún no conocida de la ciudad. Pero esa será otra historia.