Así que, para no aburrir, os dejo directamente que disfrutéis del estilo publicitario de la época. Con aire acondicionado, teléfono e incluso aparato de radio en cada habitación, ¿quién no querría venir al "corazón de la romántica y legendaria Andalucía?"
Acostumbrado a pasar de lunes a viernes por el hotel oxidado que se levanta en su lugar, es bastante difícil acordarse del aspecto que tenía el Meliá. Y más extraño es aún imaginarse hoy en día que una carretera nacional pasase por el Puente Romano. Como han cambiado las cosas en cincuenta años.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Hoy te han sacado el blog en Diario Córdoba en papel. Les ha gustado la decadencia del Melia.
ResponderEliminar¿Qué decía? A ver si lo puedo pillar por ahí.
ResponderEliminarEnrique, recuerdo que a mí me impactó lo poco que tardaron en tirar el Meliá. Después de toda la vida viéndolo, parecía que fuera a tener más fuerza de la que en realidad le daban los simples ladrillos... es como si de alguna manera fuera a defenderse del derribo.
ResponderEliminarVale que el nuevo hotel es muy feo, pero no mohoso.
ResponderEliminarUna cosa es el óxido y otra el moho.
Y tampoco divinicemos al antiguo Palace... En los 60 sería muy bonito, pero en el siglo XXI ese edificio no tenía ningún valor arquitectónico... a mí personalmente me parecía feo.
Bueno, es una forma popular de llamar al nuevo estilo cordobés de hacer puentes y hoteles. Quizás incluso me atrevería a decir que es una forma cariñosa. Ya lo usó con maestría el doctor Perol en un post:
ResponderEliminar"Lloraba el puente Mohoso
en su hogar de la Ribera.
Lágrimas en las orillas.
Pucheritos que no veas."
Y no divinizo el Palace, el folleto es pura publicidad, claro. Entiendo que tarde o temprano el edificio iba a desaparecer.
En fin, que para gustos, los colores.
Reitero al interviniente anónimo. El moho ataca a lo orgánico. Es una incorrección llamar mohoso a algo oxidado, ya sea un hotel o un puente, y sea cual sea el arraigo entre la población. Podía usted haberle puesto "el Palace antes de llenarse de orín" (que incluso creo que hubiera tenido más fuerza para su intención con el título), y que conste que a mí, contra el parecer del 99,999999999 de los cordobeses, me gusta el edificio (será porque soy cordobés de provincias y no me lo tomo con tanta pasión).
ResponderEliminarSiento haberle ofendido, con absoluta ignorancia en temas de ciencias, por no saber distinguir el moho del óxido, lo orgánico de lo inorgánico y el tocino de la velocidad.
ResponderEliminarCuando me lo restriegan en algún comentario, me tranquilizo a mí mismo pensando que, al menos, me queda el saber manejar más o menos la ironía.
Y provincianos, casi lo somos más en Córdoba capital que en el resto del reino.
PD Me apunto lo del orín.