Hace unos días salió la plaza de las Dueñas en el pequeño juego de lugares cordobeses que tenemos en el blog, y pensé que podría ser un buen momento para contar una de las muchas leyendas milagrosas que adornan la vida de San Álvaro de Córdoba, ojo, el del siglo XV, no el mozárabe.
El convento de las Dueñas se encontraba más o menos entre el Císter y el Hospital de San Jacinto (Los Dolores). Para no iniciados: subiendo desde el Ayuntamiento por Alfonso XIII, coges la calle del Maimónides a la derecha y llegas a un jardincito. Pues la plaza y la manzana que está sola formaban el desamortizado (1868) convento de las Dueñas.
Cuentan los relatos, más o menos coincidentes, que una noche indeterminada, probablemente a finales del siglo XIV, estaba San Álvaro en su cueva junto al convento de Santo Domingo, que él había fundado, cuando oyó pasar por el cielo una legión de demonios. Algunas fuentes pintan un cielo enrojecido mientras los espíritus malignos explicaban al fraile que se dirigían a Córdoba, al convento de las Dueñas, a recoger el alma de la monja Juana Díaz, que estaba a punto de morir en pecado, según Ramírez de Arellano (1875). Las versiones anteriores dicen simplemente que bajaban a tentarla, con permiso de Dios, en la última hora de su vida.
San Álvaro, haciendo un poco de Herodes con los Reyes Magos, les pidió a los demonios que a su regreso le contaran qué tal les había ido. Nada más verlos bajar hacia Córdoba, se puso en oración para pedir por el alma de la monja.
Es muy interesante la crónica de Luis Sotillo de Mesa en 1628, que menciona a Teresa Muñiz de Godoy y a Andrea de Cárdenas, monjas de las Dueñas, como ancianas (durante el proceso de beatificación, se entiende) que habrían escuchado en su juventud el testimonio de los testigos directos de lo que pasó aquella noche.
Cuentan que gracias a las oraciones de San Álvaro y a la vigilia permanente de las monjas junto a la moribunda...
El brocal saltó en pedazos, y los demonios huyeron por donde habían venido, no sin antes echarle en cara a Álvaro que les había fastidiado la misión.
Fray Hipólito García, prior de Santo Domingo en 1785, contará así el suceso:
Sánchez Feria (Palestra Sagrada, tomo I, pág. 40) también tratará el tema sin añadir grandes novedades al relato.
Queda por saber si el pozo al que se hace referencia se encontraba en los terrenos del convento. Si era así, y con todas las precauciones que evidentemente hay que tomar con este tema, cabría pensar que según se describe su situación estaría al norte, en la parte del convento que daba a la actual calle Ramírez de las Casas-Deza, o incluso en sus terrenos junto a la cuesta del Bailío, junto a la casa hoy en ruinas.
Esta entrada tiene tantísimas ramificaciones que no voy a tomar ninguna... el manantial de las Dueñas, la curiosísima historia del convento de Santo Domingo y otras entregas de misterios cordobeses que algún día verán la luz. Poco a poco.
Para los más curiosos, aquí dejo la crónica completa de 1628 sobre el tema.
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Foto en color: Cordobapedia
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