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Hace mil años (y unos días que me he tomado libres), en noviembre de 1008, el primer ministro Abd al-Rahman Sanyul estaba inmerso de lleno en una fulgurante carrera de ascensos: de hermano del hayib, a hayib, y de hayib al Paraíso con las huríes en cuestión de medio año. No estuvo mal.
De entre todas las tonterías que cometió el valido amirí, la más tremenda, la más determinante para darle el empujón definitivo a su frenético avance hacia los cielos, fue la decisión de convencer a su amiguete y Califa, Príncipe de los Creyentes, luz que ilumina Al Andalus, etc., de que, ya que eran tan colegas, y teniendo en cuenta que Sanyul se pasaba más noches de juerga en az-Zahra' que ejerciendo de hayib en az-Zahira, el gran palacio amirí de su padre Almanzor, podía saltarse una tradición de doscientos cincuenta años de dinastía Omeya y nombrarle a él sucesor a título de Califa.
Lo increíble es que Hisham II aceptó. Le nombró heredero y retiró ese derecho a todos sus hermanos, primos, sobrinos y demás familiares omeyas, que debían contarse por cientos a esas alturas de la dinastía. Como es natural, la noticia de la publicación del decreto fue recibida con jolgorio por estos omeyas, que vieron la excusa perfecta para cortarle el pescuezo de una vez a Sanyul, y de paso al inútil de Hisham II, proclamando Califa a cualquier otro pretendiente de la familia legítima, que al fin y al cabo es lo que llevaban intentando desde que Almanzor, origen de la lacra de la bicefalia en el Imperio, asumió el poder casi absoluto.
Así que, a medida que caía el invierno sobre Qurtuba, se hacía más común que los líderes beréberes, eslavos y árabes se reunieran por bandos, tratando de acordar cuál sería la mejor estrategia de cada uno de ellos el día en que, por cualquier brillante idea del amigo Sanchuelo, el chiringuito del Califato se viniera por fin abajo y la sangre corriera como arroyos por las calles de su capital. Que iba ser cualquier día de aquellos.
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Línea temporal de la dominación musulmana (I y II)
Es lo de siempre. Los imperios terminan deshaciéndose.
ResponderEliminarEl anonimo de siempre:
ResponderEliminarAl hacerse cargo del Poder -al dia siguiente de la muerte, en circunstancias sospechosas, de su hermano-, Abu-l-Mutarrif ´Abd al-Rahman ben Abi ´Amir, era todavia un hombre muy joven; con seguridad no habia pasado de los veinticinco años. Se le llamaba familiarmente Sanchuelo (Sanchul)fue el segundo sucesor de Almanzor; habia nacido del matrimonio de este con una princesa cristiana, de la que hoy sabemos sin ningun genero de dudas, que era hija del rey de Pamplona Sancho Garces II, llamado Abarca. Esta princesa que se habia convertido al islam, habia tomado el nombre de ´Abda, y es calificada de "vascona" por los cronistas contemporaneos.
Dio a luz a ´Abd al-Rahman en una fecha imprecisa, verosimilmente hacia el año 984 (382), y en recuerdo de su propio padre, daba familiarmente al recien nacido el nombre de Sanchuelo. Es de suponer que este matrimonio de Almanzor produjese una tregua politica de alguna duracion entre Cordoba y Pamplona. ¿Se rompio esta tregua por un motivo que ignoramos?. El hecho es que, en 992 (382), el monarca vascon anuncio un viaje a Cordoba, para hacer una visita oficial a su yerno musulman.
Almanzor no se habia hecho jamas ilusiones sobre la capacidad de su hijo menor. Tenia un talento mediocre y era vanidoso y de vida desordenada, su ambicion no estaba atemperada por el mas minimo sentido de las realidades politicas, y pronto iba a darse cuenta a sus expensas.