
El tiempo que lleves sin ver esta silueta recortada en los faroles del casco histórico es un buen indicador de cuánto estás desaprovechando la tranquilidad y la sencillez de las callejuelas de nuestra ciudad.
Las salamanquesas se adueñan de sus territorios de caza en cuanto lo permite la temperatura, y nos observan desde sus atalayas en los paseos de primavera y verano. Con un poco de suerte, incluso en estos días fríos se las puede llegar a ver acechar a los pocos insectos que sobreviven a las primeras madrugadas heladoras.
Con bufanda y guantes, sal a pasear: igual eres el último en ver una este año.
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