No fue ignorancia, no fue un descuido, no pudo ser una acción impulsiva. La destrucción del yacimiento arqueológico de Cercadilla fue el resultado de alguna reunión, de alguna conversación en que mucha gente con corbata se sentó y uno de ellos dijo: señores, he estado hablando con el arquitecto / técnico / ingeniero y no se hacen ustedes una idea de la pasta que nos pueden costar los pedruscos de la estación. Murmullos de desaprobación, negaciones con la cabeza, papeles revueltos, calada al puro. A las ocho de la mañana del día siguiente, los currantes tiran de excavadora, porque la orden es clara. La playa de vías, es decir, el hueco donde irá la prolongación de los andenes, debe quedar limpia hasta la profundidad que exige el proyecto.
En el año 1991, durante la construcción de la nueva estación de ferrocarril de Córdoba, adaptada al AVE, se descubrió en los terrenos conocidos como Cercadilla uno de los yacimientos más importantes del Imperio Romano. Ocho hectáreas llenas de estructuras en gran parte inexplicadas, una galería semicircular cubierta alrededor de la cual se disponían aulas, termas y otras estancias. Albercas, mosaicos, enterramientos cristianos, espacios reutilizados como basílicas bajoimperiales, arrabales de época califal...
Para el momento en que se ordenó la detención de las obras y el inicio de la investigación, aproximadamente el 70% de la superficie había sido arrasada, parte de los restos extraídos y conservados en bloques sueltos, y una fracción importante de los muros reducida a sus cimientos. Desde ese día hasta el vertido del hormigón previo a la terminación de las vías en 1994, la frenética actividad arqueológica tuvo que limitarse a estudiar lo que había quedado de lo que se consideró un palacio imperial, es decir, la residencia del Emperador durante sus períodos en la Bética.
Sin embargo, esta defición del yacimiento es muy pobre. Cercadilla ilustra un período de la Historia Antigua del que en su mayor parte no se tenía ni idea, a nivel local. Se han descubierto tumbas de obispos que ni siquiera estaban en las listas clásicas. Se ha postulado la ubicación de iglesias que la tradición popular había ido colocando en dos o tres sitios diferentes. Se ha encontrado material como para investigar, estudiar y publicar durante décadas.
Pero ya sólo podemos imaginar el criptopórtico completo, los jardines, los alzados de los muros. Nos vemos obligados a dibujarlos y a recrearlos por ordenador, porque ya nunca volverán a su lugar. ¿Pudo haberse salvado Cercadilla? Con suficiente inversión y voluntad política, probablemente sí. Habría sido necesario trasladar piedra a piedra, al estilo de los templos de Luxor, a una nueva ubicación todo el tesoro arquitectónico. O bien replantear la urbanización de un sector completo de la ciudad, curvar el tunel de las vías hacia el noroeste y dibujar un amplio rodeo salvando los restos por el norte. Expropiación de varias viviendas, ralentización de las obras, aumento del coste. Pero casi todo estaba por hacer. Estábamos a tiempo.
¿Habría merecido la pena? Habría aumentado el valor de Córdoba para el turismo cultural. Tendríamos en estos momentos proyectos para empezar a poner en pie de nuevo uno de los mayores palacios del Imperio Romano. Pero, sobre todo, habría sido un ejercicio de dignidad. De respeto a la Historia y al conocimiento. De inteligencia y de valentía. Yo quiero que esta ciudad sea Capital Europa de la Cultura. Pero por favor, no quiero escuchar hablar de ello a ninguna persona o institución de las que hace casi veinte años ampararon, autorizaron u ordenaron la mayor salvajada arqueológica de los últimos tiempos.
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La primera imagen muestra el yacimiento en 1992. Toda la zona a menor altura había sido arrasada para construir la playa de vías. La zona superior permanecía intacta bajo tierra, conservando los alzados que se ven en el corte del talud.
La segunda imagen es un plano del yacimiento. Las líneas diagonales muestran lo que se ha perdido bajo las vías del tren.
La tercera imagen es una reconstrucción parcial de las estructuras conocidas del palacio imperial.
Dí que sí macho
ResponderEliminarHe visto hace tiempo en un Boletin de la Real Academia de Córdoba dibujos del yacimiento cuando se construyó la estación de Cercadilla. No recuerdo la fecha del Boletin pero estaba perfectamente datados los restos en aquel momento. Considero que cuando se iniciaron los actuales trabajos de la Estación de ferrocarril actual se sabia esta ubicación.
ResponderEliminarEl anonimo de siempre:
ResponderEliminarSobre este yacimiento, yo particularmente tengo una opinion muy diferente de como nos la han presentado, es posible que este equivocado, pero tambien se puede dar el caso que la equivocacion no sea mia.
El Sr. Castejon, en Cordoba Califal, pg.40, y tambien Ibn al-Jatib e Ibn Bashkuwal, al hacer mencion de los arrabales del lienzo occidental, de los siete que el situa: el de los Pergamineros (al-Raqqaqin), se da por hecho que se extendia por fuera de la puerta Sevilla y se prolongaba hacia la iglesia de San Acisclo (la iglesia en la cual, cuando la conquista, se hicieron fuertes algunos defensores de Cordoba, al ser tomada la ciudad por el liberto Mugith); doy esta descripcion para que se pueda apreciar lo absurdo de querer situar dicha basilica tan alejada de donde estos historiadores la pusieron, esto por una parte, y por otra el emperador Maximiliano del que existe mas constancia de haber estado en Italica y por muy poco tiempo ya que su paso por aqui fue para pasar a Africa, ¿Como es posible que se hiciera este palacio, que se ve por su factura que deberia ser para tiempo?. Cuando sabemos por ejemplo
que durante la pretura o cuestura en la Hispania citerior de Julio Cesar, estuvo en Cordoba y se sabe por Marcial que en el patio de la casa de unos amigos cordobeses, planto un platano, siendo posible que incluso se alojara en esta casa, sin tener que disponer de ningun palacio. No seria esta la unica cesion de una casa para un personaje importante. Por supuesto que es un edificio importante, y por que, no podemos pensar que fuera este palacio el lugar donde moraban los pretores o cuestores que venian a gobernar a la Hispania citerior; yo al menos le encuentro mas sentido.