El 14 de abril de 1931, hubo dos cordobeses entre los hombres que dirigieron, a través de los acelerados acontecimientos de aquellas horas, el rumbo que habría de tomar el país. En casa del republicano Miguel Maura se agolpaban varios de los dirigentes que en los últimos años se habían destacado en su lucha por sustituir la Monarquía por una República moderna. Allí estaban Niceto Alcalá Zamora (Priego de Córdoba, 1877 - Buenos Aires, 1949) y Alejandro Lerroux (La Rambla, 1864 - Madrid, 1949).
Alcalá Zamora fue el hombre de consenso elegido para presidir el gobierno provisional, y luego para ser el Presidente de la República desde 1931 hasta 1936. Había estado presente en todas las conspiraciones antimonárquicas que se habían sucedido desde 1930, pasando por la cárcel y representando, en el Pacto de San Sebastián, al republicanismo conservador. Desde su cercanía ideológica a la derecha, trató de ser el contrapeso de los gobiernos reformistas de Azaña hasta el 33 y de controlar a los radicales y cedistas desde entonces hasta el 36. Expulsado de su cargo tras ganar el Frente Popular las últimas elecciones en paz, el golpe de julio le pilló en unas vacaciones de las que ya nunca regresaría.
Alejandro Lerroux fue, por su parte, el protagonista de uno de los viajes ideológicos más curiosos de la política española. No se puede definir de otra manera a aquél que a principios del siglo XX (fue diputado ya en 1901) iba proponiendo "elevar a las novicias a la categoría de madres", y en 1936 se puso de parte de los militares golpistas. Y sin embargo, yendo de extremo a extremo, la II República le pilló con su Partido Radical situado más o menos en el centro político, entre la izquierda que pedía la revolución y la derecha reaccionaria. De hecho, fue el último recurso de Alcalá Zamora para encontrar Presidente del Gobierno en varias ocasiones. Sin embargo, tras varios casos de corrupción, que algunos historiadores han llegado a considerar conspiraciones, uno de los pocos hombres que tenía el prestigio y la voluntad para sacar adelante el régimen tuvo que dejar el gobierno a mediados del 35. Probablemente, fue la última oportunidad de la II República.
Hola Puerta de Osario.
ResponderEliminarTe propongo que anotes también a este hombre:
Un montalbeño, Eloy Vaquero Cantillo.
http://www.aytomontalban.com/cultura/comision_Eloy_Vaquero.asp
Salú.
Otro dato, en las dependencias del Ayuntamiento de Córdoba figuran los retratos de los casi todos los Alcaldes, y el de Eloy no está.
ResponderEliminarHay dos versiones sobre este dato:
Una: Que el también alcalde Cruz Conde, que por cierto le tenía poca simpatía... y mandó a quemarlo una vez que llegó a gobernar. Me cuentan que decía que no quería a "zapatones allí".
Otra: Que en abril del 36, varias personas del Frente Popular tras la victoria en las urnas, y hay quién comenta que tiraron el retrato de Eloy por la ventana y lo quemaron en la calle.
PD: A Eloy Vaquero Cantillo, en el pueblo era conocido por el apodo de: "zapatones"
Eloy Vaquero Cantillo (zapatones), murió en el exilio.
Salú.
Y tambien, si le parece tema servicial a Francisco Hierro Aragon, intimo de Eloy Vaquero Cantillo.
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