En los últimos días de abril de 1495, los puertos de Cartagena y Alicante rebosan de actividad. Afluyen a ellos decenas de navíos, muchos de ellos abarrotados de soldados de infantería, que llegan a la concentración de tropas ordenada por el rey Fernando el Católico.
Más de cinco mil hombres se agolpan ya en los campamentos de las afueras, y entre ellos, explorando sus sensaciones y su nivel de moral, cabalga Gonzalo Fernández de Córdoba, uno de los artífices de la toma de Granada. A sus cuarenta y dos años, inteligente, curtido en la guerra civil de Castilla y en las últimas etapas de la Reconquista, Fernández de Córdoba puede notar en el ambiente el respeto hacia su figura.
Su misión era clara: debía expulsar a los ejércitos franceses del reino de Nápoles, y asegurar el dominio aragonés al sur de los territorios del Papa. El rey francés Carlos VIII había enviado allí duque de Montpensier, quien había ocupado las principales ciudades napolitanas.
Sesenta navíos y diez leños (a vela y remo) transportarían a seis mil infantes y casi un millar de jinetes hasta Sicilia, territorio aragonés, y después hasta Calabria, en el extremo sur de la península Itálica, donde se hicieron fuertes. Gonzalo Fernández de Córdoba se trabajó la lealtad de sus hombres dirigiéndoles con mano maestra y forzando sus posibilidades con largas marchas hacia sus objetivos.
El magistral manejo de la flota por el conde de Trivento, Galcerán de Requesens, permitió a los españoles bloquear y amenazar los puertos ocupados por Francia, causando revueltas de la población en la misma capital, Nápoles.
Por tierra, el Gran Capitán avanzó hasta recluir a los franceses en Gaeta, al norte de Nápoles, y en Tarento, cerca de la costa adriática. En estos últimos actos de la campaña, al bloqueo naval y a la colaboración de los aliados venecianos se unión el efecto de la peste declarada entre las filas de Montpensier, quien murió en Gaeta, marcando el final de la resistencia francesa.
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Con cariño para Antonio
Hay que tener cuidado con las conquistas italianas, porque luego, se revolucionan las tropas y pasa lo que pasa...
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