Retrato de Fernando VII; obra de Goya |
El 6 de mayo, tres semanas después de esa calurosa bienvenida, ocurrió lo que los liberales temían desde un primer momento: el Rey suprimió la Constitución de 1812 y cualquier otra acción que hubieran llevado a cabo las Cortes de Cádiz. Era el retorno al absolutismo, cuyo apoyo por una parte de la población quedaría estereotipado en la frase "¡vivan las caenas!". La supresión fue celebrada en Córdoba, el 9 de mayo, con una algarada callejera que arrancó de la Corredera la lápida conmemorativa de la Constitución. Los participantes en la acción subieron luego hacia la plaza del Salvador (que se encontraba en la unión de las calles San Pablo y Alfaros, aunque ya no existe como tal, al haber ocupado su terreno el Ayuntamiento) y, a continuación, por la calle Alfonso XIII (entonces, del Liceo), saqueando algunas casas de personas que se suponían liberales.
El colegio de Nuestra Señora de la Asunción era uno de los principales centros educativos de la ciudad, si no el mayor de ellos, y tenía una notable tradición de imprenta de documentos, especialmente durante la etapa en que los jesuitas trabajaron en él durante el tercer cuarto del siglo XVIII. Desde siempre, los ilustrados cordobeses fueron bien recibidos en la imprenta de la Asunción, que dejó de funcionar con la expulsión de la Compañía de Jesús. En 1814, cuando aún no existían la calle Claudio Marcelo ni la plaza de las Tendillas, se estaba trabajando en la reorganización de la imprenta y, conocidas las opiniones de los rectores del colegio, se sospechaba que se emplearía para difundir documentos a favor de la soberanía popular y la Constitución de 1812.
Además, se corrió la voz de que el colegio albergaba un retrato de Fernando VII encadenado, algo lógico dado su cautiverio en Francia, pero que se interpretó como un deseo de encarcelar al monarca (y, de hecho, posiblemente fuera conservado en la Asunción con algo de sorna). Como consecuencia de todo ello, la gente enfurecida entró en el colegio, destrozando la Academia de Dibujo, los muebles y, por supuesto, la imprenta, cuyas piezas y letras fueron esparcidas por las calles cercanas.
El rector del colegio, José de Hoyos y Noriega, fue desterrado a un pueblo de Sierra Morena y se le prohibió que ejerciera la enseñanza, y varios de los profesores fueron encarcelados en los meses sucesivos, acusados de afrancesados. Esto supuso el declive del colegio, y determinó su clausura en 1817, a pesar de que pasados los años se rehabilitara la función educativa del edificio, que ha llegado hasta nuestros días siendo instituto de secundaria con el nombre de Luis de Góngora.
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Sánchez de Miguel, Ana. "Córdoba 1898. Generación e Historia".
Porro Herrera, María José. "Imprenta y lectura en Córdoba (1556-1900)".
Ramírez de Arellano, Teodomiro. "Paseos por Córdoba".