viernes, 10 de mayo de 2013

El saqueo del colegio de la Asunción (hoy IES Góngora) en 1814

Retrato de Fernando VII; obra de Goya
El documento que hace unos días colgué en el "Archivo" del blog, un panfleto de 1814 que recibía con un extremo entusiasmo (más bien, con veneración) al rey Fernando VII a su vuelta de Francia, es sólo una pequeña muestra de lo agitadas que corrieron, durante aquellos días, las aguas populares en Córdoba.

El 6 de mayo, tres semanas después de esa calurosa bienvenida, ocurrió lo que los liberales temían desde un primer momento: el Rey suprimió la Constitución de 1812 y cualquier otra acción que hubieran llevado a cabo las Cortes de Cádiz. Era el retorno al absolutismo, cuyo apoyo por una parte de la población quedaría estereotipado en la frase "¡vivan las caenas!". La supresión fue celebrada en Córdoba, el 9 de mayo, con una algarada callejera que arrancó de la Corredera la lápida conmemorativa de la Constitución. Los participantes en la acción subieron luego hacia la plaza del Salvador (que se encontraba en la unión de las calles San Pablo y Alfaros, aunque ya no existe como tal, al haber ocupado su terreno el Ayuntamiento) y, a continuación, por la calle Alfonso XIII (entonces, del Liceo), saqueando algunas casas de personas que se suponían liberales.

El colegio de Nuestra Señora de la Asunción era uno de los principales centros educativos de la ciudad, si no el mayor de ellos, y tenía una notable tradición de imprenta de documentos, especialmente durante la etapa en que los jesuitas trabajaron en él durante el tercer cuarto del siglo XVIII. Desde siempre, los ilustrados cordobeses fueron bien recibidos en la imprenta de la Asunción, que dejó de funcionar con la expulsión de la Compañía de Jesús. En 1814, cuando aún no existían la calle Claudio Marcelo ni la plaza de las Tendillas, se estaba trabajando en la reorganización de la imprenta y, conocidas las opiniones de los rectores del colegio, se sospechaba que se emplearía para difundir documentos a favor de la soberanía popular y la Constitución de 1812.

Además, se corrió la voz de que el colegio albergaba un retrato de Fernando VII encadenado, algo lógico dado su cautiverio en Francia, pero que se interpretó como un deseo de encarcelar al monarca (y, de hecho, posiblemente fuera conservado en la Asunción con algo de sorna). Como consecuencia de todo ello, la gente enfurecida entró en el colegio, destrozando la Academia de Dibujo, los muebles y, por supuesto, la imprenta, cuyas piezas y letras fueron esparcidas por las calles cercanas.

El rector del colegio, José de Hoyos y Noriega, fue desterrado a un pueblo de Sierra Morena y se le prohibió que ejerciera la enseñanza, y varios de los profesores fueron encarcelados en los meses sucesivos, acusados de afrancesados. Esto supuso el declive del colegio, y determinó su clausura en 1817, a pesar de que pasados los años se rehabilitara la función educativa del edificio, que ha llegado hasta nuestros días siendo instituto de secundaria con el nombre de Luis de Góngora.

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Sánchez de Miguel, Ana. "Córdoba 1898. Generación e Historia".
Porro Herrera, María José. "Imprenta y lectura en Córdoba (1556-1900)".
Ramírez de Arellano, Teodomiro. "Paseos por Córdoba".

6 comentarios:

Rafael Arjona dijo...

¿Qué se podía esperar de una ciudad levítica como la nuestra? En este momento y, a pesar de las apariencias, no estamos tan lejos de aquella época, basta ver el chorro de procesiones que nos montan los de siempre con, si no la adquiescencia, si la indiferencia de los demás. Hoy mismo anda por ahí la Hermanda del Rocío camino de sus borracheras, digo de su Virgen, y el próximo sábado ya está anunciada la salida triunfal de San Juan Bautista de la Salle, del colegio de idem, que en mi perra vida, ya más bien larga, es la primera vez que sacan de paseo a este buen hombre.

José Manuel Fuerte dijo...

Molón Suave, es que el médico les ha dicho que anden, que es muy bueno para la tensión y la circulación. Tantos años ahí de pie...

Emilio Fernandez dijo...

breve retazo de aquella epoca: Una hoja, de fecha 25 de junio de 1809, estampada en la Imprenta Real, que contiene los extractos de dos cartas de carácter patriótico de un oficial español y una breve noticia sobre un encuentro con las tropas napoleónicas. El Correo había empezado a publicarse por la Junta Superior cordobesa el ocho de enero de ese año, con periodicidad bisemanal (jueves y domingos) en un momento en el que el ejército francés se había alejado de la ciudad, y llegó a editar un centenar de números, de carácter patriótico, hasta enero de 1810, cuando dicho ejército toma definitivamente la capital cordobesa. A partir de febrero de este año se convertirá en órgano josefino, y desde su número 256, correspondiente al 20 de junio de 1811, hasta su número 268 se refundirá con la también napoleónica Gazeta de Jaén, formando el título Correo político de Córdoba y Jaén, ya con periodicidad diaria, al formar ambas provincias una sola prefectura, y siguió publicándose, perdiendo ya su segundo topónimo en el título, hasta agosto de 1812.

Fue su probable director el coronel afrancesado Carlos Velasco, siendo su primer redactor el canónigo penitenciario catedralicio Manuel María de Arjona (1771-1820) y tras él, el abate Juan Marchena (1768-1821), aunque la mayor parte de sus textos son anónimos. Tras el abandono de las tropas francesas de la ciudad, sus redactores sufrieron la represión, aunque también fueron acogidos por los medios eclesiásticos y el obispo. Existe una reimpresión del patriótico Correo político y militar de la ciudad Córdoba de 1809 en Gran Canaria.

Emilio Fernandez dijo...

http://hemerotecadigital.bne.es/details.vm?q=id:0004231904&lang=es

Angelica dijo...

Me interesa conocer historias de ciudades y saber si algunas ocurrieron o no. Soy de viajar mucho y me gustaría poder conseguir Vuelos a San Pablo ya que me dijeron que hay muy buenas historias ocurridas en dicha ciudad

Agustín Muñoz dijo...

Como admirador de este blog, me gustaría aportar algo a este post, en el sentido de corregir un dato erróneo (pequeño, pero interesante) que aparece en él. Se trata del nombre que la calle Alfonso XIII tenía en 1814.

Al final del segundo párrafo se dice que dicha calle se llamaba entonces 'del Liceo'. En efecto, el Liceo Artístico y Literario estableció su sede en un edificio de esta calle, y prestó su nombre a la vía durante un tiempo. Pero el Liceo fue fundado en 1842, 28 años después de los sucesos descritos, lo que significa que la calle en cuestión aún no se llamaba 'del Liceo', sino por su nombre anterior.

Por completar la información, la calle se llamaba por aquel entonces 'de las Nieves', y se llamó así desde poco después de que se estableciese allí el convento de agustinas recoletas en 1532, dedicado a Ntra. Sra. de las Nieves (las monjas se trasladaron, por cierto, desde el barrio de San Lorenzo, concretamente en la calle que aún hoy se llama Nieves Viejas). El convento fue, 3 siglos más tarde, objeto de la desamortización eclesiástica y suprimido en 1837, y hasta 1845 no fue adquirido el edificio (y empezado a reformar) por el Liceo Artístico y Literario, que, como ya se ha mencionado, daría su nombre a la calle donde se ubicó dicha institución.

Para terminar, en el año 1854 el Círculo de la Amistad obtuvo del Liceo en arriendo parte del edificio y de algunos muebles, para celebrar sus reuniones, de modo que ambas instituciones compartieron y convivieron en el antiguo convento de las Nieves hasta que se fusionaron en 1856. Y hasta el día de hoy, el Círculo de la Amistad se ubica en la actual calle Alfonso XIII (repasando: antes, Liceo; antes, Nieves; antes... lo ignoro) en el inmueble que fuera sede del Liceo y anteriormente convento de agustinas recoletas.

Mis fuentes: "La desamortización eclesiástica en la ciudad de Córdoba (1836-1845)", de J. Anguita González. "Indicador cordobés: manual histórico topográfico de la ciudad de Córdoba", de L. M. Ramírez de las Casas Deza. "Reglamento del Círculo de la Amistad Liceo Artístico y Literario de Córdoba, precedido de una breve reseña histórica de la sociedad". "Paseos por Córdoba", de T. Ramírez de Arellano.

Y con esto finalizo mi aportación a esta entrada de este magnífico blog, esperando que haya sido del agrado tanto de su autor como de sus lectores, y pidiendo perdón por haber resultado demasiado extenso. Un saludo a todos, y gracias por la atención prestada.